viernes, 16 de diciembre de 2011

CUENTO DE NAVIDAD

RÉQUIEM PARA UN ÁRBOL NAVIDEÑO


Dedicado a todos los que compartieron este tiempo.


Había una vez una familia que vivía en el segundo piso de un departamento
ubicado en el centro de la ciudad.
La familia la formaba papá, mamá y una niñita menudita y rubiecita.
Un año cerca de la navidad, el papa llegó a la casa con un bonito y frondoso
árbol de navidad, no como los plásticos (made in China) que conocemos hoy en día,
éste era un árbol como los de aquellos tiempos. Hecho de plumas de gallina y
teñido de color verde musgo. El tronco del árbol estaba incrustado en una base
de madera redonda y sólida , con la textura de la madera real.
La decoración la hacían hermosas lamparitas de colores de vidrio esmerilado, no
habían dos iguales. Una era un pájaro, otra un angelito, estrellas, farolitos chinos, haciendo en
conjunto, un sin fin de encantadoras luces que la familia disfrutaba.
Así también esferas de frágil vidrio de colores y guirnaldas de papel plateado.
No se a que miembro de la familia se le ocurrió la brillante idea de agregar a la
adorable decoración unas velitas de color caramelo-naranja ajustadas en un
ganchito metálico que se adherían a los extremos de las ramas.
Más audaz fue la idea de poner candela a las velitas con un cerillo se madera.
Oh , ¡que encantadora la luz ardiendo en las velitas! El fuego se avivaba cada
vez más y comenzó a arder fuera de las velas, encendiendo también al árbol.
¡Que susto! Toda la casa se lleno de humo en un minuto , y con el peligro de
un incendio inminente, el papá en un acto rápido de valentía, tomo al arbolito
de las ramas que aun estaban sin fuego y aprovechando que la ventana que daba
a la calle estaba abierta arrojó al arbolito; rogando que no pasara ninguna
persona en ese momento por la calle.
Toda la familia bajo corriendo las escaleras para ver que había pasado con el
arbolito.
Algo chamuscado, más mustio, sin velas, con nuevas bombitas, y lamparitas de
colores, el arbolito siguió subsistiendo año tras año nuevas navidades.
La familia se mudó a una casa mucho más grande , teniendo ahora una nueva niña en la familia .
La hermana mas pequeña era ahora la encargada de armar cada año el mismo arbolito y no nos olvidemos del encantador pesebre.... aquel armado con cajas a diferentes niveles para imitar las montañas, en un rincón del hall de entrada para que todos lo vieran, con papel madera, pintado con pintura de Siena, con lagos hechos de espejos, portal de cañas, musgo, y harina espolvoreada para representar la nieve (aunque para esa familia sudamericana la navidad siempre era en verano)
Las figuras eran de yeso pintado representando a María, José, el niño, los ángeles, los reyes magos , los pastores. El cielo era de papel azul y la estrella de Belén estaba hecha de aluminio plateado sobre el portal. Cada año varias horas pasaba la pequeña trabajando con gusto en aquel proyecto.

Pasó el tiempo, y en vísperas de otra navidad, la hija menor que era para entonces una adolescente participó en una obra de teatro parroquial, siendo la encargada de la escenografía de la obra.

Fue allí que no tuvo mejor idea que utilizar al arbolito como parte de la decoración de la obra ignorando la historia que éste guardaba tomándolo sin preguntar ni pedir permiso. (algo típico de los adolescentes)
El pápa de la casa dándose cuenta del desacato que su hija estaba por cometer,
advirtió a la niña que cuidara mucho de aquel histórico y heroico arbolito que
había soportado tantas contrariedades, sobreviviendo a los infortunios del
incendio y el casi suicidio desde un segundo piso. Ordenándole que lo
regresara en las mismas condiciones en que se lo estaba llevando.
Llegó el día de la obra teatral, todos se divirtieron mucho, la gente aplaudió y al
terminar se deshizo todo lo hecho.
Cada uno se llevó a su casa lo que había aportado, disfraces, muebles, pinturas.
Con el entusiasmo del día y el sentimiento de “misión cumplida“ , la niña llegó de vuelta a la casa con todo lo que había colaborado, bolsas y bolsas de diferentes objetos.
Pero... oh...creo falta algo... ¡Me olvide el arbolito! ¡Papá, que me va a decir papá! -pensó la niña-
... De vuelta al teatro de la parroquia a buscar el arbolito.
Aquel año la navidad llego con frío y lluvia, algo extraño para esa época del año.
En la escuela fuera de la parroquia,  ya todos se habían ido, los pasillos estaban en silencio y oscuros.
Seguramente el arbolito estará en un salón bajo llave - pensó - , recorriendo los pasillos vacíos.
Ya saliendo, de la punta de uno de los tachos de basura que estaban a un
costado de la entrada, una visión aterradora la hizo cambiar de opinión...el
arbolito, más mustio, más gastado, más pelado y viejo le decía.... no me dejes,
rescátame...
Pegajoso de Coca cola derramada, lleno de papeles y basura pegada, la niña fue sacando al desvencijado arbolito de la basura.

Camino de vuelta a casa, con el corazón sobrecogido y con miedo a lo que su papá le diría.
La lluvia persistente comenzó a bañar las veredas y los adoquines de la calle
vacía. ¡Era Diciembre y se sentía el frío de Julio!
Llegando a la casa lo importante seria esconder el cuerpo del delito… pero eso fue
imposible.
El papá sabiendo que la obra de teatro había concluido lo primero que le pidió
a su hija fue ver el arbolito prestado.
Al comprobar todos los años que aquel árbol había envejecido en unas pocas horas, el
padre montó en cólera, repitiendo otra vez la acción que hizo años atrás.
El que estaba en llamas de furia esta vez no era el pino artificial sino el enojado padre.
Esta vez abrió el balcón y revoleó al arbolito desde el primer piso, vociferando
en contra de la compañía teatral de la parroquia y de su hija. El lastimoso árbol inevitablemente fue a parar al medio de la calle, entre los adoquines empapados por la lluvia.
Ya terminada la escena de enojo el padre se fue a la cocina. La niña, con lagrimas en los ojos contemplaba a través de los vidrios del balcón cerrado, el triste final del
árbol familiar.
La tía que había vivido los resientes acontecimientos y le dio pena el sentir de su sobrina, se ofreció ir a buscarlo a la calle, más la niña le respondió - "Ya déjalo, es inútil, el árbol se ha muerto"-
Hubieron otras navidades, donde no llovió e hizo mucho calor.
Otro árbol plástico “ made in China” ocupó el lugar del anterior, más la niña nunca olvidó aquel árbol viejito, ralo, hecho de plumas de gallina, teñido de verde musgo y base de madera autentica, que compartió con ella todas las navidades de su niñez.





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