sábado, 4 de octubre de 2014

La casa de los abuelos.

La casa de mis abuelos es un reino neutral que compartimos mis hermanos, mis primos y yo.
Una fortaleza de dos plantas con penates en las murallas exteriores, un garaje para el carruaje del abuelo, lleno de frascos misteriosos, herramientas y bártulos bien acomodados.
Hay muchas habitaciones, con libros, computadoras, muebles, cuadros y adornos antiquísimos. Estos cuartos guardan tesoros secretos que iremos descubriendo con el tiempo.
A la hora de jugar, dejamos de ser cada uno por que todo es para todos.
No se por que será , tal vez por que es mágica,  pero las horas en esa casa pasan volando  y  no me quiero ir por que allí lo paso muy bien. 
Al fondo, esta el patio con unos árboles inmensos. Antes había mas pajaritos, pero ahora desde que está el gatito hay menos.
El gato loco, agazapado, se esconde en las macetas y me asusta un poco, pero cuando está mi abuelo ya no me da miedo. Yo me agarro de sus piernas y me siento segura.
Con mi prima regamos las plantas con unas regadoras chiquitas que nos da la  abuela, también jugamos a las carreras de una punta a la otra del patio. 
Cuando los días están tibios, mi abuelo acomoda la mesa con las sillas y todos salimos a comer afuera.
En el verano  sacan la pileta olímpica de natación de lona y pasamos horas y horas jugando sin parar hasta que la boca se nos pone morada y la abuela nos hace salir y nos frota con la toalla para que se nos pase el frío.
 En un rincón de la cocina nos espera todo tipo de aventuras, entre princesas, bloques para armar, animalitos, masa, rompecabezas, muñequitos y tantas cosas más. Lo que no existe lo inventamos.
Son mis abuelos los que están siempre esperándome con su inagotable cariño y paciencia cuando mis papás no pueden estar por que trabajan, o tienen otras cosas para hacer.
Ellos me reciben con un abrazo de oso, me quitan la campera, me dan un montón de  besos, me preguntan como estoy y según la hora del día, me tienen los fideitos con salchichas preparados al mediodía o me invitan a tomar la leche con galletitas por la tarde.
Ellos me conocen muy bien. Siempre me consuelan cuando estoy triste. Mi abuela me acompaña al baño cuando me duele la panza, y después me da el queso que tanto me gusta.
A veces les pido cosas, que no siempre me las pueden dar, pero me explican por qué confortándome con  otra opción que me gusta más o haciéndome una promesa para más tarde que yo se  la  cumplirán, por que tienen palabra de honor.
Ellos me ayudan con los deberes, si no fuera por sus explicaciones, todo seria mas difícil en la escuela. Así puedo entender las cosas más rápido.
 Mi abuela teje  y cose muy bien, ella nos hace muchas cosas, como vestiditos, suéters, camperas y disfraces. Ojala cuando sea más grande me enseñe a tejer y cocer como solo ella lo sabe hacer.
Gracias abuelos por que la vida con ustedes es hermosa.
Aun no lo sé, pero es la ley de la vida, todos creceremos e iremos cambiando.
Descubriremos  que afuera de las murallas de los penates hay otro mundo, a veces inseguro a veces amargo, pero su amor nos acompañará y nos fortalecerá para poder afrontar la vida con más fuerza y seguridad y ser quien somos gracias a ustedes y a nuestros padres.
Tan solo pensar en ustedes nos dibujará siempre una sonrisa en la boca.