sábado, 3 de diciembre de 2011

TRES MICRORELATOS

UN PEQUEÑO LUGAR


Hay un lugar que amo entrañablemente.

Simple y pequeño me hace sentir bien.

Es el jardín de mi casa un refugio abierto, anhelo de mi paz.

La casa del árbol, quedo en el pasado de mi hijo adolescente; allí dormida entre el follaje verde que fue cubriéndola y dejándola diminuta y olvidada .

Una ligustrina me separa de la calle, donde adivino al vecino paseando a su perro.

Las plantas desprolijas y eclécticas me saludan desde las masetas de barro.

Hojas secas entrometidas e impertinentes caen sin pedir permiso sobre el suelo, la mesa y sillas de hierro.

El bochinchero pájaro azul me llama con su grito estrepitoso para que no me olvide de proporcionarle su ración diaria de maní.

La brisa mueve las hojas que escupen gotas de agua, mientras mi piel se eriza.

En mi jardín quisiera quedarme congelada y eterna sin tiempos ni retornos.
 
LABORATORIO DE ANALISIS




La mañana amenaza ser gris. Lo adivino saliendo de la cama.

Hoy no desayunare, tengo que hacerme el análisis de sangre.

Llego al laboratorio donde la gente sentada una al lado de la otra, no dice palabra alguna. Todos esperan, con cierta angustia el ser llamados por la señorita del delantal blanco.

Siento mariposas que se cuelan en mis tripas. Vértigo y temor hacen que las manos me suden.

Me llaman, el corazón me palpita muy fuerte. Levanto la manga de mi camisa, no quiero mirar.

Siento la goma que me presiona el brazo, la aguja que se clava en mis vena azul, la sangre que llena la jeringa.

Hay manchas negras en la pared. Quisiera llorar pero soy grande y me da vergüenza.

Nada es para siempre. En segundos el viento frío de la calle golpea mi cara.

Un café con tostadas consuela el momento pasado.



AUTISTA


Papa, mama, adivinen como los amo.

No lo puedo decir. No se como se dice.

Mi mundo es pequeño y me aprisiona.

Lloro de frustración cuando no entienden lo que quiero. Me enojo cuando me hablan y es su lengua un idioma lejano que no tiene traducción.

Son mis movimientos repetitivos, reflejo de lo que gira y gira adentro mío.

Todos mis sentidos, exaltados y ultrasensibles, lo único que me conecta al mundo exterior.

En mi tiempo no hay pasado ni futuro solo presente.

Valoren mi sinceridad, por que en mi no hay mentiras, ni caretas hipócritas. Lo que siento se los demuestro con patadas o abrazos. ¡Ojala pudieran entenderme!

Soy diferente y no lo se.

Los niños se ríen de mi o me ignoran; mejor así, sus gritos me aturden y prefiero estar lejos.

Familia, soy su reto y constante lección.

Ámenme siempre. ¡Los necesito tanto!

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