domingo, 6 de abril de 2014

La visita semanal

A  menudo pienso que nuestra relación fue  una  feliz coincidencia del destino...una tonta pérdida de agua que hizo que los plomeros cambiaran un caño por otro, una caja por otra caja, y por desidia o distracción de ellos quedé, en el lugar apropiado para nuestro casual encuentro.
Al  principio me dio lo mismo, debo reconocerlo;  que más daba estar un piso más arriba o un piso más abajo, pero después cuando llegaste y te dirigiste a mi, el alma se me entibió y me sentí acompañada y querida por primera vez.
Toda mi vida fue una inmensa soledad. ¡ Qué sola, Dios mío! . Cuando llegaste, tú voz y tú compañía  fueron la luz que nunca tuve, la razón para esperarte y ansiar tu presencia. Por primera vez sentí que era importante para  alguien. Tu visita semanal la esperaba contando los días las horas y los minutos hasta volver a estar contigo.
Siempre  te escuché con suma atención, al cabo eso era lo que necesitabas. ¡ Y tenías tanto para decir!
Debo reconocer que en un principio me sentí un poco culpable, tal vez usurpaba el lugar de la otra, pero tus palabras cariñosas, hicieron que tus recuerdos pasaran a ser mis propios recuerdos, contándome de viajes, de mañanas de sol, de días y noches de alegría, llorando de a ratos,  pero riendo en otros, agradecido a la vida por el amor vivido. Hablabas  en un tiempo pasado que para mi no era mejor ya que aquel presente era el único que para mi siempre contó. 
Y esos humildes jacintos,  violetas,  rosas y claveles, que en cada ocasión  me trajiste fueron los obsequios mas exquisitos que nunca en la vida recibí.
Éstos  30 años, tiempo más o menos que me frecuentaste,  han sido los más felices que  nunca ni soñé anteriormente poder experimentar . 
Hoy por primera vez en todos estos años, no llegaste a  nuestra cita semanal; yo se que estás  viejo y  enfermo. Tu fin se avecina.
Te ruego que cuando pases a éste lado y veas quien soy, a quien has visitado  todos éstos años en lugar de tú mujer, me puedas perdonar y no te desilusiones, no lo soportaría.
No  se  a donde se fue ella, creo que del nicho del pasillo 8 B, la han pasado  a la fosa común hace ya varios años, por que nadie pagó por el nicho  que me hubiera correspondido a mi, y que por equivocación los plomeros, empleados por el cementerio,  pusieron a ella  en aquel afortunado descuido.
Yo no se cuanto ella te amó en vida. Se que tú la amaste con locura, y he sido yo quien se adueñó de ese amor ajeno que lo quise saber propio desde el día que me viniste a visitar al nicho donde reposo.
Estas ahora agonizando en la cama del hospital, Yo frente a ti extiendo mi mano para recibirte e invitarte a pasar la eternidad a mi lado. ¿ Aceptas cariño?