sábado, 16 de junio de 2012

RECICLAJE

 




RECICLAJE
En parte, todo comenzó la tarde de otoño que encontré las puertas recostadas contra un árbol. Me pareció una magnifica puerta de madera. Al verla decidí dar una vuelta a la manzana para volver a pasar y parar, comprobando que no era solo una, si no eran 3 las espléndidas puertas. No podía creer que alguien estuviera tirando semejante cosa. Decidí golpear en la casa perteneciente a aquel espacio y el dueño me corroboró que podía llevármelas, que ellos ya no las necesitaban más.
Gracias a que en ese tiempo manejaba una camioneta, como pude, logré meter las pesadas puertas en la parte de atrás y traerlas a casa, imaginando y soñando por el camino que haría con ellas. 
Pasó un año hasta ver mi sueño logrado. Mi esposo construyó una pared donde las instaló convirtiéndolas en un maravilloso portón que da a la calle, siendo la curiosidad del barrio, dándole a la casa un toque que la hace única entre todas las demás.
No fueron aquellas las últimas que encontré,  reconozco haber tenido suerte y haberme cruzado con la puerta debida en la calle y la hora precisa.
Puertas que hoy son parte de diferentes habitaciones de la casa.
Así como encontré puertas di con muchas más cosas, que hoy en día forman parte de nuestro espacio cotidiano. Amigos que trajeron muebles de otras casas o adquisiciones del Good Will, garages sales o el Craig list.
No solo a mí se me ha dado por colectar estos tesoros urbanos a mis hijas y hasta a algunos amigos también.
Objetos con potencial, que con imaginación, maña, dedicación, habilidad y cariño se vuelven piezas únicas con alma e historia, despertando actual asombro en algo que alguien decidió descartar por considerarlo innecesario.
Charlando con mi cuñada por teléfono un día, y explicándole con todo orgullo las cosas maravillosas que había encontrado y restaurado, le comenté que para mi ésta acción se llama “reciclar” a lo cual ella me respondió “esto aquí (en Argentina) se llama cartonear” y las dos nos echamos a reír.
El reciclar, es el opuesto al consumismo y por consecuencia la caducidad de las cosas que la sociedad actual nos quiere imponer. ¿Como puede ser posible que te tengas que comprar una plancha nueva solamente por que la que tienes se le rompió el enchufe?
El hecho de que lo viejo ya no sirve es un invento para que compremos más, como si el poseer objetos nuevos fuera una fuente interminable de felicidad. Esta necesidad inventada para consumir, obran como un mensaje subliminal en la mente que repite como un mantra “compra, compra, compra” no importa que. 
Así están la mayoría de los garajes americanos hacinados de objetos que la gente guarda por años y años ocupando lugar y deudas en las tarjetas de crédito de sus poseedores.
Cuanto mas grande el espacio mas cosas se tienen. 
Mi tía siempre decía: "para que quieres muchos pares de zapatos si tan solo tienes un par de pies".
Por otro lado me encanta el dicho que dice: “agua que no has de beber déjala correr” ya que para lo que a uno no le sirve a otro le puede resultar imprescindible. 
Y ni hablemos de la contaminación causada a consecuencia de todo lo que se tira formando largas extensiones apiladas de basura.
Siempre recuerdo una curiosa anécdota que experimentó un conocido, anticuario y coleccionista de antigüedades
El es un asiduo cliente del Saint Vincent of Paul, cerca del Down Town de Los Angeles, un lugar que vende cosas viejas que la gente dona.
Hace años, en una de sus visitas, encontró revolviendo entre cuadros viejos del local, uno que le llamó la atención. No precisamente por lindo, más bien era de esos cuadros que uno NO quiere tener en el living de su casa. Una obra al óleo que calculó seria de los años 60’ o 70’ la cual llevaba en la parte de atrás un sello de una galería de arte. El tener cierto conocimiento sobre antigüedades, lo del sello lo consideró una señal importante y no dudó en gastarse los $ 25.00 dólares que pedían por el horroroso cuadro.
Luego de una investigación sobre la pintura y el autor llegó a la conclusión que lo que tenia en sus manos era una valiosa obra de un artista de los años 60’. Terminó el cuadro vendiéndose en una subasta en el Christie’s de Londres, dejándole a esta persona en el bolsillo la cantidad nada despreciable de $ 90.000 dólares.
Te invito a agudizar tu visión, y encontrar el potencial en los objetos que otro deshecha y convertirte en un “recolector de tesoros urbanos” cuando las circunstancias te lo permitan. 




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