sábado, 25 de diciembre de 2010

El sismo, 8.1 en la escala

Corazoncito Tirano A donde quiera que voy me acuerdo de ti. A donde quiera que voy te estoy mirando.
El viento me trae tu voz.
no hay música que oiga yo
que no me deje llorando
¿que tierra pisando estas?
¿que estrellas te alumbraran ?
tu camino bueno o malo,
¿que boca borrando esta?
los besos que yo te di
corazoncito tirano.
A donde quiera que voy me acuerdo de ti,
mi alma se muere por ir juntito a tu alma
el mar sin agua no es mar
el sol sin luz nunca es sol
y yo sin ti no soy nada. Cuco Sánchez.
Hace horas que he estado gritando, y hace horas que he estado llorando incansablemente, envuelta en el miedo y la sorpresa inicial, luego me he dormido, y ahorita hace horas que estoy en silencio sin escuchar nada ni a nadie.
Al principio me pareció escuchar gritos a lo lejos que luego con las horas se apagaron como el mío.
Creo que de momento perdí la conciencia cuando tanta cosa se me cayó encima y me golpeo.
Todo fue muy sorpresivo esta mañana del 19 de Septiembre. No eran todavía las 7:30 de la mañana cuando el edificio entero comenzó a moverse en todas las direcciones, como que estuviera en una caja y un gigante nos estuviera sacudiendo.
Las paredes se rajaron, desmoronándose y un ruido de cristales rompiéndose se mezclo con un zumbido que parecía salir del interior de la tierra misma. No supe que hacer más que quedarme acurrucada en un rincón bajo la mesa, todo caía sin parar. No me dio tiempo para mas y así quede como estoy ahorita atrapada en este agujero oscuro aprisionada y lastimada.
Ocasionalmente escucho algo rodar, una gota caer, un crujido, mis quejidos y mi lenta respiración dentro de este hueco donde me siento como un ovillo de lana enredado y trato de entender que paso. Que está pasando allí afuera ¿dónde estoy? Será acaso esto una pesadilla de la que no podré despertar.
Estoy toda apachurrada, no me puedo ver por qué no hay luz, no sé qué hora es ni hace cuantas horas que estoy aquí. Me duele mi brazo, mi pierna, mi cabeza, mis manos mi espalda y empiezo a entender que el alma también duele. Me siento herida y mojada en una apestosa mezcla de sangre , orín y agua sucia.
Esta sed, esta pinche sed que me pasa por la garganta mezclada con el polvo y la falta de aire.
El aire que casi no llega a mi nariz y mucho menos a mis pulmones. Este espacio tan pequeño, tan incomodo, tan duro y esta presión sobre mi pierna que no para de oprimirme. Puedo mover mis dedos y creo que ahora valoro tanto el mover mis dedos, como nunca lo había valorado antes. Me viene a la mente la canción que dice “nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido”. Nunca pensé lo importante que sería el hacer cosas tan simples como el respirar, el mover los dedos o el parpadear.
¡ Cuantas cosas que tuve y ya no están! …Como a ti Pedro…cuanto te he echado de menos en todos estos años sin saber de ti. ¿Porque todo tuvo que ser así ?
Mis miedos, mis oscuros y peculiares miedos al hambre y a la miseria. A vivir en el mismo jacal de cuando era niña. No quería pasar mi vida comiendo tortillas, chile y sal, o lo que es peor con las tripas chiflándote en las entrañas a la hora de dormir.
A veces me he preguntado a quien temerán a lo que nosotros tememos, como el viejo asqueroso y sin dientes que sale de la sombra de la noche de alguna calle desolada, los ladrones que acechan tras las puertas, las sucias y repugnantes cucarachas que estaban en los cajones de muchos lugares inmundos donde he tenido que vivir.
Los miedos… esas incontrolables barreras que nos paralizan. Como el miedo que sentí cuando te fuiste y el mundo caía a mis pies así como se cayó este edificio y la incertidumbre de no saber qué hacer y estar sola, sola y lastimada como ahorita.
Siempre le temí a la pinche pobreza y las limitaciones, pero a la vez sin saber con certeza como, supe que saldría adelante, me superaría y que mi vida seria diferente a como fue la vida de mi familia entera.
Tan solo ese pensamiento me hizo fuerte para ir saltando los obstáculos y para tomar determinaciones muchas veces difíciles de tomar. Cuando elegía algo automáticamente estaba renunciando a otra cosa.
Aunque a veces la vida tomo decisiones por si misma valiéndole madre mi opinion.
Como tu abrupta partida o este fatídico terremoto que me tiene enterrada bajo el concreto de lo que fuera hasta esta mañana , un multifamiliar.
De mi infancia, tan solo recuerdo lo pobre que éramos… tenía como 7 años … aquella vez cuando llegaron esos misioneros gringos con aquel chistoso acento.
Para conseguir nuestra atención nos trajeron juguetes, y nos preguntamos ¿para que servían? Ya que no le encontrábamos la utilidad. Las muñecas eran tiesas y nos hacían acordar al rostro de la virgen del altar de la iglesia con sus ángeles regordetes y sus trajes de colores.
Los carritos nada tenían que ver con las viejas y rudimentarias carcachas desvencijadas que en ese tiempo rodaban por los escasos caminos del pueblo. Los niños no le encontramos sentido ni diversión a aquellos “juguetes” tan lejanos a nuestra cotidiana realidad.
Con los días, los gringos se cansaron de hablar de cosas que para los lugareños no tenían mayor sentido y de las discusiones territoriales por cuestiones del alma con el párroco del pueblo vecino.
Una mañana se largaron a buscar otro pueblo donde los niños fueran mas “civilizados” y supieran interpretar sus preciosos juguetes, así como algún día nuestros antepasados valoraron los preciosos espejitos que los colonizadores españoles trajeron a cambio del oro que les entregamos.
Aun siendo una chamaca fue que cansada de tanta miseria y viendo que un mundo mejor me esperaba allí afuera, decidí que me iría de todo aquello. De aquel rincón donde las oportunidades eran nulas, donde casi no había trabajo, donde no podía estudiar por que no había escuelas y para poder subsistir había que desmadrarse en las plantaciones todo el día por un plato de arroz y frijoles expuesto a las arbitrariedades del clima o a las pestes.
Sabia que todo era cuestión de tiempo y que algún día llegaría mi oportunidad para salirme de allí.
Tampoco quería pasar miseria en otro lado, siendo una gata mas en la capital, una arrastrada a la que miran con desprecio y lastima. Yo quería “ser alguien” .Yo quería dignidad para mi y para mi familia.
En mis fantasias de niña quería ser como la heroína de las telenovelas, la que de ser escuincle pobre y mensa pasa a ser niña lista y rica. Quería vivir en la ciudad, poder llegar a los lugares sin tener que caminar tanto, viajar en camión, taxi o carro y tener las cosas que nunca tuve, como mis propios zapatos y ropa; no lo heredado de mis primas, vecinas o hermanas lo cual siempre me llegaba gastado y roto.
Pensé de pronto en mi hermana Leonor ella también quería mejorar, y se fugo a otro pueblo cerca de la costa con un viejo que tenía un negocio. Con el tiempo se lleno de chamacos que la ataban mas y mas al pinche viejo que lejos de darle su lugar la molió a palos toda la vida gastando el poco de lana en tequila y pulque. Y ella como mensa al lado del cabron ocultando sus ojos morados y húmedos de lagrimas inspiradas por ese bueno para nada.
A mi hermana Isabel no le fue mucho mejor en Ciudad Juárez, donde fue a trabajar a una maquiladora.
Grandes promesas le hacia su comadre Lupe hablándole quien sabe cuánta babosada de las maquiladoras. ” qué si en tres años regresaría con lana para hacerle la casita requeté bonita a la jefa”, o que nos mandaría a buscar y nos conseguiría chamba a todas.
Al principio todo parecía ir bien, pero sus cartas decían que cada vez trabajaba mas y que ganaba menos. Las cartas y la feria que mandaba cada vez se fueron distanciando mas y mas hasta que un día no supimos mas de ella, como que la tierra y el trabajo se la hubieran tragado.
Cuantas veces vi llorar a mi madre en la cocina… Pensando en lo que habría sido de Isabel.
Mi mama tenia la esperanza de que Isabel se hubiera pasado al Norte y que tal vez estuviera en alguna ciudad de Tejas, pero ¿por que nunca escribió para avisarnos?
Yo le daba la razón para no ponerla más triste de lo que estaba, que si trabajaría mucho, que si se hubiera casado con un gringo y estaría arto ocupada. Trataba de crearle mil excusas para justificarla, pero la mera verdad es que el silencio es una garganta que traga todo y mata como el veneno.


He estado dormitando tantito, no sé cuánto y de pronto me desperté porque vi tu cara en mis sueños y me vino a la mente el día que te vi por primera vez. Fue un jueves , como hoy, hace varios años. Acaso , ¿lo recordaras aun?
Tu venias con tu tío en la troca prestada de Don Martín Iriarte, el dueño de la taqueria . Pasaste a mi lado por el camino pequeño paralelo a la carretera principal. Por entonces yo era una chamaquilla flacucha y tímida .
Desde lejos los vi acercarse por el camino de tierra roja y zig zagueante saltando dentro de la cabina al pasar por cada pozo. Cuando pasaron a mi lado vi a Don Pablo, tu tío, manejando y a ti a su lado, pero tu ni me miraste. Creo ibas atento al camino adivinando cual seria el próximo salto, procurando seguramente no caerte del asiento o dar de bruces contra el vidrio. Fueron segundos, que vi tu cara, bella y cansada cubierta del sudor de días de viaje desde Guerrero.
Allí me quede mirando la troca alejarse , salpicando el agua de cada charco que la lluvia dejara aquella tarde. Al verte pude presentir que algo pasaría entre nosotros y que lo que siempre había esperado estaba mas cercano a suceder.

Llega a mí el recuerdo de alguien tan cercano pero a la vez lejano…Mi padre, mucho no lo recuerdo, creo tenía 4 años cuando se fue de casa, mis hermanas tal vez lo recordaban algo mas por ser mayores.
Algún viejo retrato detrás de algún mueble. Un señor de espesos bigotes y sombrero.
Parecía haber salido del ejército revolucionario de Don Pancho Villa. El también se fue al Norte como muchos otros en el pueblo. Seguramente como todos, se marcho ante la promesa de una vida mejor, de un futuro más prometedor.
Híjole, de él sí que no nos quedaron rastros, con el tiempo se borraron sus olores, su ropa y sus recuerdos.
Ya mas crecidita me entere por los rincones  lo que nadie se animo a decirme de frente, tal vez pensaban que las escuincles no entienden nada y son mensas de principio a fin. Tengo memoria de mis tías cuchicheando en la cocina y las vecinas en la calle, diciendo que mi papa ya se había hecho de otra familia en no sé qué ciudad de los Estados Unidos y que jamás volvería con nosotras. Creo que entonces me dolía que dijeran eso, yo también quería tener un papa y el saber que el mío no volvería me hacia sentir abandonada y traicionada por alguien a quien no conocía pero sabia que me pertenecía
 
Lo poco que de el recuerdo es por lo que mi madre y mis hermanas en descuidadas ocasiones contaban, como lo que le gustaba comer, “ El chato”, su fiel perro yucateco, y su colección de balas usadas. Esto ultimo fue de lo poco que de el quedo en la casa, perdido en una caja de lata en el gallinero
Creo que mi madre se fue secando de a poco después de su partida. Desde el momento que el partió, ella ya sabía que no regresaría mas.
Se casaron muy jóvenes y no sé si alguna vez se amaron. Fue duro para ella enfrentar la vida y los hijos sola. Arañar el pan de donde fuera para poder sobrevivir. Cuando pienso en mi madre, aunque en ese tiempo  en edad ella era joven aun; tenía un alma de siglos, un peso tremendo que lo cargaba en el corazón y las manos. Siempre me pregunte cuales serian sus anhelos, cuales sus ilusiones.
Taciturna y melancólica, atada a sus recuerdos y sus pensamientos, callada y ocupada en sus tareas.

Estando aquí tan sola, tan dolorida con tanto miedo … pienso en ella y quiero escuchar sus palabras de aliento. ¿Donde esta mamita? Sabrá en estos momentos lo que ha pasado en el D F ¿ Estará pensando en mi?

Mama…como tantos otros yo también salí de su vida para no regresar dejando otro rincón vacío en la casa. Su mamacita que murió cuando ella era aun muy joven. Papa, Isabel, Leonor, varias de sus hermanas y finalmente yo. Todos nos fuimos muy lejos. Aunque yo siempre trate de mantenerme en contacto con ella, entre otras cosas porque en definitiva no perdía las esperanzas de saber de ti, Pedro, a través de mi madre.


Y esta sed que no se va y no me deja tragar, esta presión en el brazo y la pierna, este aire oscuro e inmundo que me ahoga . Estoy acalambrada de estar en la misma posición hace horas, semanas, siglos.
Tengo la cabeza apoyada en una almohada de concreto deshecho y casi no la puedo levantar porque mi frente golpea contra algo que esta arriba mío que no se que es . Tal vez sea la parte de arriba de lo que fue la mesa de la cocina .
Sigo moviendo mis dedos que tocan polvo y pedregullo . No puedo mover los brazos ni las piernas.
Estas piedras, escombros, ladrillos, vidrios. No sé que es por qué estoy inmovilizada y en completa oscuridad pero se clavan en mi piel como espinas de rosas.

¡ Rosas!, Pedro, ¡ las rosas blancas que le llevaba a la virgencita el domingo que te vi en la iglesia!
Eran las fiestas de la Purísima Concepción y en la iglesia no entraba un alfiler mas y la gente amontonada afuera esperando entrar.
Aquella fue la segunda vez que te vi. Esta vez tu me viste a mi primero. Yo llevaba mi único huipil bordado de domingo. Cargando las rosas que me había dado la madrina Lucha para dejar a los pies de la Virgen . Estaba con mi madre y mis dos hermanas. Me persigne, me arrodille, deje las rosas que me habían lastimado y hecho sangrar un par de dedos . Sin saber di vuelta la cabeza a un costado por que sentí que alguien con la mirada me estaba llamando.
Allí estabas tú, el mismo muchacho que hacía unos días había visto por el camino. Me mirabas insistentemente sentado atrás , al lado de tu tío Don Pablo en los bancos del centro.

Cuando te mire, ni disimulaste, me seguiste viendo con esa impertinencia, y descaro que siempre te caracterizaron. Yo no, yo baje la mirada con algo de pena y me fui a sentar al lado de mi hermana Leonor mientras me lamia los dedos sangrantes por las espinas de las rosas.
Más poderosa que mi pena era mi curiosidad yo quería verte y con un pretexto , la tos persistente de alguie, me di vuelta y allí seguías mirándome con esa sonrisa encantadora.
Al salir te busque en el vendaval de gente arremolinándose en el atrio. Mas no podía con ellos. La muchedumbre me empujaba para afuera. Perdí de vista a mis hermanas y a mi madre. El gentío me arrojo a la calle y a la plaza atiborrada de puestos de antojitos, dulces, flores, frutas, música y cuanta cosa más . Comencé a caminar, perdiéndome aun mas entre las gentes alegres. Allí sentí que alguien me tomo por sorpresa de la mano y me pregunto susurrando casi en mi oído; ¿cómo te llamas bonita?
Los colores me subieron a la cara de muchacha inocente y pueblerina.
¿Soy Teresa y Ud.?
-Soy Pedro y no me digas de Ud. que soy tan joven como tu , vente a comer unos dulces conmigo, ¿no?-
Y platicabas y platicabas y yo no paraba de mirarte y mirarte como lo más lindo que puedas encontrar en un escaparate de las tiendas del centro.
Compraste un refresco y lo compartimos, compraste un dulce, y me lo regalaste. Sentíamos como si nos conociéramos de toda la vida.
Entre muchas cosas me platicaste que venias de Guerrero, que tu papa te había mandado con su hermano mayor para que le hagas compañía y aprendas su oficio, porque tus primos, los hijos de Don Pablo se habían ido al Norte unos y al DF otros dejando al viejo solo.
Creo que lo que me decías lo había escuchado antes de alguna vecina, en los pueblos todo se sabe… yo ya sabía la historia, pero no me anime a decirlo, tan solo por escucharte hablar y no querer interrumpirte. Quería que ese momento fuese eterno, sentía como que nada a nuestro alrededor existía como que estábamos solos en aquella plaza rodeados de gente y música. Solo nosotros existíamos.
A partir de entonces solo queríamos estar juntos todo el tiempo haciéndonos inseparables . Con el pasar de los días y las semanas; el primer beso inocente y casi robado de a poco y sin quererlo desemboco en una vorágine de pasión que subía desbordadamente . Nos fuimos descubriendo, enseñando y aprendiendo lo que el amor alcanza por medio de la intuición, aquello que esta dentro de nosotros y que no lo sabemos hasta que un día junto al que amamos sale a la luz .
El aire se hacía irrespirable si tu no estabas, el silencio me ensordecía si no oía tu voz. Contigo la comida más simple se convertía en un manjar. Cuando estábamos juntos no parábamos de reírnos, los caminos que antes recorría a desgano y se hacían largos para hacer los recados que mi madre me encomendaba, ahora se me hacían cortos y amenos. Desaparecíamos por horas y nos perdíamos por los rincones, por los caminos, por los ríos, por la selva. El tiempo volaba cuando estábamos juntos.
Las tardes de domingo las pasábamos amándonos en tu casa con la ventana abierta de par en par escuchando y contemplando la lluvia caer entre el verde de los árboles, desnudos y acurrucados uno al lado del otro, apenas susurrándonos palabras al oído. La lluvia y tus palabras eran dulces melodías que me hacían reír y a veces hasta llorar de tanta felicidad . Esas tardes en la casa de la selva son imágenes que nunca olvidare porque nunca volví a sentir tanta felicidad y tranquilidad como entonces. No hay en el mundo nada que se compare a esos tiempos que viví contigo. Creo que el verde era más verde, el agua más sabrosa, las flores más bellas, la risa más amplia por que salía del corazón de ambos.
¡Todo era tan intenso ! que de tan solo pensarlo el corazón se me vuelve a entibiar.
Quisiera poder recordar cada una de las cosas que platicábamos en ese tiempo y cómo fue que se nos puso en la cabeza lo de irnos de Campeche. En esto mucho tuvo que ver tu tío.
Siempre fue muy grande tu admiración y respeto por tu Tío Pablo.
No dudabas al decirme que se comunicaba con la lluvia , el viento , el sol y las piedras. “El espíritu de la tierra” como el decía.
El preguntaba cosas y la tierra le respondía. No de una forma racional pero si intuitiva con símbolos y señales que tan solo él podía interpretar. Para otro aquello hubiera sido signo de locura y desatino pero muy lejos de verlo así tú te sentías su aprendiz . El no solo te enseñaba sobre su oficio de hacer sangrar los árboles de chicle o sembrar maíz y chile pero también su sensibilidad sobre lo que el espíritu de la naturaleza y los ancestros tenían para comunicar .
El viejo acostumbraba irse solo al monte y no regresar por horas.
El decía que en el monte encontraba “cosas” del pasado pudiendo ver y oír lo que otros no podían.
Su casa siempre fue un deposito de vasijas y piedras raras, esculturas rotas, pedazos de trapos, huesos y metales que el viejo atesoraba con mucho cuidado. Conocía las plantas y las flores de la selva con las cuales decía hacer pociones y ungüentos para curar males del cuerpo y del alma.
Había muchas historias que rumoreaba la gente de cuando Don Pablo era más joven , como la de aquella vez que paso desaparecido por casi cinco días. Sus hijos y mismo tu papa que aun vivía aquí salieron a buscarlo sin saber dónde o como lo encontrarían.
Días estuvieron por un sendero de la selva abriéndose paso a machetazos hasta que lo encontraron con la pierna rota, tirado en el fondo de una cueva. El dijo haberse perdido y resbalado hasta el fondo del pozo al lado de un río subterráneo con tanta suerte que no se rompió más que la pierna.

Nunca volvió a hablar de aquella aventura por muchos años hasta que una de aquellas noches donde tú y tu tío pasaban horas platicando te contó lo que paso en aquella occasion.
Fue uno de aquellos días que desde el amanecer se presiente que algo especial pasara.
Don Pablo salio desde tempranito a caminar por la selva, como tantas veces lo había hecho. Igual que siempre una energía intangible lo acompañaba, como si alguien estuviera a su lado y lo estuviera observando, no físicamente pero si con los ojos del alma.
En un momento sin saber ni cuando ni como vislumbro a la distancia y entre las plantas un jaguar parado sobre una roca. Imponente y manso a la vez. A medida que Don Pablo se acercaba, el jaguar se perdía en el follaje como que si fuera un jaguar de agua translucida.
Siguió tras el por un tiempo incontable, abriéndose paso por la selva con su machete, lento pero sin pausa, el jaguar llevaba el ritmo del Viejo . Don Pablo nunca lo perdió de vista , hasta que finalmente el jaguar, se paro en una piedra y en segundos pareció desvanecerse tan inesperadamente como apareció.

Llegando al lugar donde desapareciera el animal, Don Pablo casi sin aliento, advirtió que allí merito se encontraba la entrada a una cueva subterránea. Miro la piedra en donde el jaguar había desaparecido momentos atrás encontrando una llave de hierro pequeña, la cual guardo en su bolsa sin pensarlo mucho. Miro el fondo de la cueva, algo que parecía brillar en el fondo capto su atención y comenzó a bajar agarrándose de las piedras mohosas y las raíces de los árboles que estaban al alcance de su mano. Con cuidado de no resbalar fue descendiendo por el pasadizo, abrupto primero y mas suave después. Ya en el fondo, con la tenue luz que se colaba por entre los agujeros en el techo de la cueva, comenzó a caminar por lo que era un pequeño río subterráneo . El sonido grave de las gotas escurriéndose por las paredes de roca y su propio chapuceo del agua hasta los tobillos creaban un eco casi rítmico; así como el olor a humedad y tierra mojada invadiendo la caverna completa.
Así se paso, caminando largo rato y tratando de mantener el equilibrio con la ayuda de un palo que uso de bastón hasta llegar a un claro de arena que formaba el río terminando en un pequeño senote. Débiles rayos de sol entraban colándose por entre los huecos de la piedra del techo, rebotando en las raíces de los árboles que salían como grandes arañas de cristal con sus caprichosas formas alargadas.
El senote lucia turquesa y oro con la fina luz disparada desde el tope de la caverna rebotando sobre el agua .
En el otro extremo de la pequeña playa había una sola piedra medianamente grande. Acercándose, pudo ver un dibujo con un pequeño jaguar pintado de rojo sobre la piedra .
Inmediatamente se dio cuenta que su búsqueda había terminado , esa piedra guardaba la razón de por que el estaba allí. El jaguar lo había guiado y aquel dibujo se lo confirmaba.
Dio vuelta alrededor de la piedra para observarla, pensando en lo que haría, trato de moverla pero era demasiado pesada, así que consiguió palos para hacer palanca y coloco otras piedras por debajo para sostenerla mientras escarbaba en la arenilla. Finalmente dio con un espacio vacío por debajo donde encontró una pequeña caja de madera y metal que fue jalando despacito hasta poder sacarla por completo. Recordó la llave que había encontrado a la entrada, sacándola de la bolsa hizo dos giros a la izquierda abriendo el cerrojo y la tapa. Adentro había una bolsa de cuero reseco, con una leyenda que decía “Nuestra Señora del Juncal- 1631 “ . La bolsa contenía ocho monedas de oro español.
Su sorpresa fue grande, no sabia que pensar, ni tampoco había mucho tiempo…distaban varias horas de caminata hasta su casa y ya casi anochecía.
Tomo la bolsa de las monedas y se las ato por dentro del pantalón, volvió a poner la caja en el lugar donde estaba tapando el hueco y alejando los palos y piedras que uso antes. Aliso la arena con una rama , para dejar todo como estaba y se dispuso a salir por el mismo lugar por donde había entrado.
Estando ya cerca de la salida, en una de las partes mas resbalosas y empinadas, ya casi en penumbras escucho un chillido ensordecedor que salía desde adentro de la cueva. De repente miles de murciélagos en bandada fueron despedidos de la oscuridad hacia el exterior , pasando por el pasadizo donde el estaba parado. Así fue que perdió el equilibrio y cayó sin remedio al fondo, pasando toda la noche y el siguiente día sin poder moverse bebiendo agua del río . Al anochecer del siguiente día escucho los gritos de los suyos que lo llamaban y buscaban desde hacia horas.
Semanas estuvo para recuperarse y no fueron pocas las regañadas que se llevo por parte de sus hijos por haberse aventurado solo de esa manera , aunque el bien sabia que la experiencia se repetiría una vez que ya estuviera bien. El espíritu guía siempre lo cuidaba y aun faltaba mucho por aprender.
Poco a poco los hijos crecieron y se fueron marchando para formar su propia familia y un mejor porvenir, quedando el en plena libertad de hacer lo que quería hacer.
Nunca le contó a nadie la verdad de lo que paso aquel día que se perdió; tan solo te lo dijo a ti por que sabia que tu creías en él , lo admirabas y respetabas.
Una noche sin decir palabra se fue a dormir a la hora de siempre . Todo en su humilde cuartito quedo limpio y ordenado. Por la mañana te extraño no encontrarlo afuera del jacal encendiendo el fuego, o aprontando su machete para salir a la selva como era su costumbre . Todo estaba en silencio. Lo llamaste sin encontrar respuesta . Entraste al cuartito y allí estaba, tendido en la cama con su rostro lleno de paz durmiendo el sueño eterno. La habitación tenía un peculiar e intenso aroma de flores . Mariposas blancas revoloteaban en la ventana.


La rutina, la falta de futuro, y las ganas de salir adelante fueron los que nos hicieron tomar la decisión de irnos, era un secreto a voces tan solo era elegir un día y tomar la determinación de hacerlo. Nos daba tanta ilusión el pensar en nuevos horizontes, si otros se habían marchado, nosotros también lo haríamos.
Necesitábamos lana…de pronto te acordaste la historia de Don Pablo y las dichosas monedas.
Ya hacia 8 meses que Don Pablo descansaba en el panteón, el no las necesitaría mas y en definitiva si te había confiado el secreto de la historia de cómo las hayo era por que quería que aquel tesoro fuera para ti.
Así fue que me pediste que te ayudara a encontrar las monedas que estaban escondidas en algún lugar de la casa, la cual era apenas el jacal de Don Pablo y el tuyo.
Revisamos todo lo que allí estaba. Dimos vuelta la hamaca, la mesa, la silla, el único ropero sacando la ropa y todos los objetos que allí se encontraban, los trastes, el fogón. Terminamos tanteando las palmas del techo y dando vuelta las piedras del piso. En vistas de que no aparecía ni pista de la bolsita de cuero con las monedas decidimos seguir buscando afuera de la casa, el gallinero , la bomba de agua, las pocas herramientas guardadas . Aguzamos al máximo nuestra imaginación, observando la copa de los árboles así como la base de todos los que estaban alrededor de la casa, pero nada, nada aparecía.
Yo no quería ni decirlo, para que no te enojaras conmigo, pero pensaba para mí: ¿No habrá sido esta historia puro cuento de Don Pablo?
En la tarde del tercer día luego de haber estado revisando todo y sin mas lugares donde buscar, ya casi nos dábamos por vencidos .
Estábamos sentados afuera sobre un tronco callados y desilusionados , dibujando la tierra con una rama. El sonido de los insectos y pájaros que a esa hora se vuelve sumamente intenso y sonoro ceso repentinamente y de manera absoluta… fue algo mágico, la luz de la tarde se comenzó a colar por la frondosa foresta que circundaba nuestro entorno. Nos sentimos observados…Sin decir palabra nos miramos sorprendidos . Ambos tuvimos la misma percepción de lo inhabitual.
El sol nos daba en la cara encandilándonos levemente, pero así y todo lo vimos . A poca distancia nuestra frente a los árboles, estaba Don Pablo, translucido y sonriente vestido con su guayabera y pantalón blanco.
A mí me subió un calor frío a la cara, me asuste e inmediatamente me puse de pie.
Me tomaste inmediatamente de la mano. “No temas Teresa”- me dijiste- “el está acá para ayudarnos”.
Sin soltarme te dirigiste hacia el, que ya no estaba allí, se había adentrado entre los árboles. Caminamos un buen trecho abriendo camino entre las ramas . Veíamos la ropa blanca de Don Pablo que caminaba delante nuestro a buena distancia como que las ramas y los árboles no eran obstáculo para él. De a momentos lo perdíamos de vista, entonces parábamos, observábamos y lo veíamos parado en otra dirección mirándonos , esperándonos. Continuábamos en la dirección en la que él se encontraba. Parecía ir cada vez más rápido, el corazón ya casi se nos salía del cuerpo corriendo detrás de el.
Luego de un largo trecho de no verlo paramos buscándolo nuevamente. Esta vez estaba en un claro de la maleza rodeado de árboles de mangos y aguacates exageradamente cargados, como que nunca nadie hubiera sacado un solo fruto de aquellos árboles. Allí extendió ambas manos arriba, cruzándolas como a manera de señal. Y así de repente se desvaneció en la nada.
Inmediatamente el encanto reinante también terminó. El sonido habitual de la selva regreso mas ensordecedor que nunca.
Nos miramos y nos abrazamos largamente, emocionados, tratando de recuperarnos del asombro de lo vivido segundos atrás.
Caminamos lentamente hasta el lugar donde vimos al Tío Pablo por ultima vez, estando todo tapado por ramas y troncos que fuimos sacando poco a poco; dejando al descubriendo un angosto y antiguo pozo de agua al cual no veíamos el fondo porque estaba muy oscuro.
Las luces del día se estaban yendo casi por completo. Decidimos ir a la casa por cuerdas , ropa y lo que pensamos necesitaríamos . Arrimamos troncos resistentes y una antorcha de garra vieja mojada en aceite de petróleo. Iluminamos el interior y vimos agua negra en la profundidad del pozo.
Las paredes eran de piedra mohosa y probables alimañas vivirían pegadas a esa mugre , pero no quedaba otra posibilidad . Ese era el lugar señalado y no había duda de que lo que buscábamos estaba allí metido así como nuestro ansiado destino.
Hicimos una hamaca de soga y palo sujetas a una roldana oxidada amarrada a un grueso tronco en el tope de la pared de piedra. Fuiste bajando por el pozo que media poco más de metro en el diámetro, mientras yo te iba dando más soga a medida que descendías por el hueco inmundo , tu llevabas la antorcha en la mano. Tardaste como 10 minutos en llegar al fondo. Al llegar, pensaste que es lo que ibas a hacer. El agua era un espejo negro y las paredes reflejaban el rojo de la antorcha.
Yo te gritaba desde arriba ¿estás bien? , ¿que hay?. El eco devolvía mis preguntas ansiosas.
Si, ya llegue al agua, pero no se qué profundidad tiene, no veo nada, el agua esta muy oscura.
¿Que vas a hacer?
Pues que me meto para tantear que tanto hay dentro.
Cuidado Pedro, tu veras que haces…
Yo tan solo desde arriba veía la claridad de la antorcha brillando en las paredes húmedas del pozo y Pedro como sombra negra moviéndose en el centro.
Finalmente metió el palo que le alumbraba en un agujero de la piedra y salto al agua.
-el agua me llega a la cintura -gritaste.
Yo te veía que girabas en el angosto fondo. No tardaste en gritar de nuevo y decir, -encontré algo...es una piedra … no espera…creo es una caja-
Te di mas soga y metiste la hamaca dentro del agua, te sumergiste y saliste varias veces, hasta que gritaste: -ya está, jálale, es una caja esta sobre la madera-
Me fui al árbol de mango más cercano, era completamente de noche pero había una luna inmensa que se colaba por entre los árboles.
Di vuelta la soga alrededor del tronco y comencé a jalar con todas mis fuerzas, de a poquito… de a poquito, hasta que el cofre salió a la superficie. Ate la soga y corrí a sacar la caja, la oscile bajo la roldana hasta apoyarla en el borde de piedra y tirarla al suelo.
Tu aun con el agua hasta la cintura me gritabas, -apúrale, que esto es repugnante, no sé que hay aquí, pero me duelen las piernas -
-Espérate tantito- y allí afloje la soga y la hamaca fue de vuelta al fondo para que pudieras subir, repitiendo lo que había hecho anteriormente con el cofre.
Apenas saliste te sacaste la ropa con desesperación hasta quedar desnudo. Tenias pegada a la piel asquerosos gusanos chupasangre que entre los dos fuimos sacando a como fuera .
Gotas de sangre salían cada vez que arrancábamos uno y no parabas de gritar y chingar a la madre de las sanguijuelas.
Después de estar limpio de toda esa asquerosidad y ponerte la ropa seca. Volvimos a nuestro propósito…”el cofre”
Una pesada caja de metal que quien sabe de donde la habría sacado tu tío…
El oxido servía de cerradura, ya que la tapa estaba como solidificada con el resto.
Buscamos el machete del monte para poder abrirla. Era la madrugada cuando se partió en dos, descubriendo una vieja bolsa de cuero con ocho monedas de oro adentro. Así como había dicho Don Pablo
Pasamos un par de días pensando que haríamos con aquellas monedas. Para que nos sirvieran tendríamos que convertirlas en pesos mexicanos . Los doblones españoles podrían traernos problemas Alguien podría acusarnos de haberlas robado. Nadie creería la historia de que eran tuyas.
Decidiste que lo mejor seria viajar a Mérida con un primo que te podría orientar y decirte que hacer. El tenia una tiendita en el mercado del centro y seguramente contactos de quien pudiera estar interesado en algo así. No teníamos idea de que valor pudieran tener, Si sabíamos que eran requete viejas.Tenian todos los bordes desiguales, no eran redonditas como las monedas actuales. Con un escudo no muy nítido ni detallado en la cara.
Ya sabiendo a donde ir y sin decirle a nadie te fuiste en el primer camión de la mañana rumbo a Mérida .Durante el tiempo que estuviste afuera, trataba de no salir . No quería que nadie me preguntara por ti. No quería dar ningún tipo de explicaciones, Pueblo chico infierno grande.
Aunque mama sabia que algo nos tramábamos, ella tampoco preguntaba.
Pasaron varios días sin poder comunicarnos y sin saber de ti. La curiosidad y la ansiedad me estaban carcomiendo, hasta que una tarde retornaste en el mismo camión donde te fuiste.
Traías una gran sonrisa en tu siempre cara de niño. Apenas te bajaste del camión me abrasaste y me besaste largamente. Yo sabía que todo te había salido bien.
Rapidito nos fuimos por el sendero rumbo a tu casa. Donde me contaste que tu primo se había conectado con un coleccionista gabacho de monedas y que te las había vendido por un precio reque te bueno.
Parece que las monedas venían de una flota española llamada “la Nueva España” y el barco ,”Nuestra Señora del Juncal” , así como decía la bolsita de cuero, y que saliendo del puerto de Veracruz , nunca llego a su destino en España por que naufrago frente a las costas de Campeche hacia una chorrera de anos atrás. Supusieron con tu primo que aquellas monedas fueron rescatadas por algún sobreviviente del naufragio y Dios sabe como habrán ido a dar a la cueva del senote.
Con el tiempo me di cuenta que tu primo y el gavacho no fueron tan buena gente. Aquellas monedas debían de valer treinta veces mas del dinero que te dieron por ellas, pero en ese tiempo, lo que te dieron nos parecía una fortuna suficiente para emprender el viaje al Norte.
Con un llanto ahogado despedí a mi madre, quien sin decir mucho mas, me dio su bendición y esta medallita que llevo al cuello. No sabíamos cuanto tiempo pasaríamos sin vernos o si nos veríamos nuevamente. Aunque no quise pensar en eso en aquel momento.
Nos fuimos con prácticamente lo que teníamos puesto, no había mucho mas para llevar. Fueron tres días de viaje continuo, parando para comer algún taco o ir al baño. Champoton, Escárcega, Villa Hermosa, Veracruz, Puebla, Ciudad de México, León, Torreón, Chihuahua, Hermosillo, Mexicali, Tijuana.
Pasando por mil pueblos, caras, colores, olores. Nos dolía el cuerpo de tanto viaje, ya no sabíamos ni como sentarnos. En otros tiempos aquel viaje nos hubiera maravillado, nunca había viajado, pero esta vez era diferente, no podíamos disfrutar nada, debido a nuestro futuro incierto . El humor nos había cambiado al salir de nuestro pueblo y nos sentíamos temerosos y pensativos.
Nos volvimos adultos de golpe y la sonrisa se borro de nuestros labios. Teníamos el trasero plano y no fue mucho lo que pudimos dormir. Nerviosos por el viaje, la falta de sueño y lo que nos esperaba en nuestro destino final…Tijuana.
La terminal era un hormiguero de gente empujándonos por todos lados. Niños vendiendo chicles, olor a chicharrón, basura, papeles y botes de refresco regados por el piso, fue la panorámica de bienvenida que recibimos.
Desorientados, no sabíamos por donde ir. Necesitábamos salir de aquella tromba para poder pensar.
Deambulamos por los contornos de la terminal, con un papelito arrugado en la mano preguntando a la gente como llegar a aquella pinche dirección que te había pasado el cuate de un tío tuyo que hacia unos años vivía en San Diego. Era la dirección del coyote que había pasado a tu tío José en aquel tiempo y creíamos que aun estaba en el negocio. Si no era el necesitábamos que alguien nos recomendara a algún otro que nos cruzara.
Se hizo la noche y aun no habíamos dado con la colonia donde vivía el coyote . Las instrucciones que nos dieron eran muy ambiguas.
Era junio, casi empezaba el verano, desde una loma vimos que estábamos muy cerca del mar y decidimos encaminarnos a la orilla.
Aquella noche, sin saberlo nuestra última noche juntos lo pasamos en esa playa muy cerca de la frontera con California. No teníamos otro lugar a donde ir. La noche era increíblemente clara con una luna inmensa que parecía iluminar nuestras caras con extraordinaria claridad.
El mar susurraba ese canto de ir y venir y el tiempo parecía haberse detenido . Pasaste tu brazo sobre mi hombro y con la otra mano sacaste de tu bolsa una hoja de papel doblada . Me dijiste que era un verso que habías encontrado para mí. “Es de Pablo Neruda, un poeta chileno ” . Creo que en el fondo querías impresionarme. Yo no sabía quién era Pablo Neruda. El poema estaba escrito con tu letra .
Pensé que aquel verso estaba escrito para nosotros , no importaba el nombre del autor, el nunca lo sabría, ni se enojaría, ni nos diría que no lo podíamos usar. Aquella noche aquel poema fue nuestro, tan solo nuestro.
Comenzaste a leerlo y yo cerré mis ojos era como un susurro como una pluma que me tocaba el corazón.
Aquel poema lo he guardado todos estos años, bajo llave en la cajita con forma de corazón arriba del buró. Tu poema, un poema que escribió algún día un tal Neruda y que esa noche tomamos prestado.
El viento es un caballo:
Óyelo como corre
Por el mar, por el cielo
Quiere llevarme: escucha
Como recorre el mundo
Para llevarme lejos.
Escóndeme en tus brazos
por esta noche sola,
mientras la lluvia rompe
contra el mar y la tierra
su boca innumerable.
Escucha como el viento
Me llama galopando
Para llevarme lejos.
Con tu frente en mi frente,
Con tu boca en mi boca,
Atados nuestros cuerpos
Al amor que nos quema,
Deja que el viento pase
Sin que pueda llevarme.
Deja que el viento corra
Coronado de espuma,
Que me llame y me busque
Galopando en la sombra,
Mientras yo, sumergido
Bajo tus grandes ojos
Por esta noche sola
Descansare, amor mío.

A veces he deseado que el viento me lleve a tu lado cruzando las fronteras, el mar y las montanas.
A veces cierro los ojos y repito este verso, que me dejaste como herencia y me transporta a ti cuando te añoro .

El día nos llego con el sol encandilando nuestros ojos, la piel pegajosa y salada por el rocío del mar.
Caminamos, deambulando por las calles sucias y sórdidas. Teníamos hambre. Un champurrado con un pan fue el primer lujo que nos dimos aquella mañana. Teníamos que encontrar al coyote que nos llevaría al otro lado.
Finalmente dimos con la dirección que no estaba lejos de allí en el tope de una colina .
Era una casa pequeña con una barda de alambre alrededor . Con el ladrido de los perros salio una muchacha con un bebe en brazos seguida de tres chamaquitos. Cuando le explicamos a quien andábamos buscando nos dijo que el coyote que buscábamos era su padre y que había muerto hacia dos años en una balacera.
Le preguntamos si sabia de algún otro que nos pudiera recomendar para pasarnos al otro lado.
Pensando, nos soltó el nombre del tal “Rogelio Sánchez “ que vivía en una colonia al otro lado de Tijuana pero no sabia exactamente bien la calle ni el numero. Así preguntando y preguntando nos tomamos un camión, y caminamos por aquellas calles invadidas de perros flacos tomándose el agua de los pozos que dejan los carros en las calles de lodo.
Ya estábamos perdidos y desperanzados hasta que dimos con un chavo que trabajaba con el tal Rogelio dándonos un aventón en su carro.
La casa estaba en otra colonia. Las casas eran mas grandes y mas lindas, mucho mejor que cualquiera de las que habíamos visto antes.
El chavo nos hizo entrar y esperar en la puerta. Un minuto mas tarde salio a nuestro encuentro un tipo con cara de pocos amigos, eso sí, sombrero y botas de piel lustrosa. Tenía oro por todos lados, cadena de oro, pulsera y reloj de oro, diente de oro. Panzón , camisa ajustada con los primeros botones abiertos dejando ver su pecho y la gruesa cadena que llevaba al cuello. En el pantalón llevaba una enorme hebilla con un escudo y una gran inscripción que decía “México” con letras doradas.
Nos pregunto si teníamos la lana, $ 500 por cada uno. Le dijimos que no la teníamos ahorita pero la llevaríamos a la hora de encontrarnos nuevamente. Temíamos que si le pagábamos en ese momento no lo veríamos nunca más, ni a él ni al dinero. Desde el primer momento aquel Rogelio me dio una mala corazonada.
Allí merito nos dibujo un mapa en un anotador que traía con una breve explicación. Acordamos encontrarnos a las 11 de la noche con lana en mano.
Saliendo de allí me entro un miedo y una desazón inexplicable y trate de persuadirte de que no fuéramos a la cita. Algo estaba mal, muy mal, no sabia como explicarlo pero no me gustaba nada.
¿Ya vas a empezar otra vez con tus miedos y tus cosas Teresa? Todo va a estar bien, vas a ver - me dijiste-
Recorrimos el centro de Tijuana, farmacias, tiendas de recuerdos típicos, taquerías , puestos de chicharrones y antojitos mexicanos.
Caminamos ,caminamos y seguimos caminando como autónomas por el resto de la tarde y de la noche hasta dar con el lugar acordado.
El lugar era un paraje desierto, un camino de ripio blanco abierto a un sendero que se perdía en la noche.
Nos sentamos en el suelo a esperar, aun era temprano. Sacamos el dinero de adentro de los calcetines.
-Quinientos para ti y quinientos para mi tengámoslo cada uno por separado, ten- me dijiste metiéndolo en la bolsa.
Soplaba el viento y el polvo fino me entraba en los ojos. La noche comenzó a ponerse cada vez más fría.
Fue llegando mas y mas gente, casi no se veía pero se escuchaban las voces . A mí me latía el corazón fuerte y sentía miedo . Miedo a no saber, miedo al futuro, miedo a ese hombre de botas y sombrero , miedo a lo que vendría, miedo a la distancia, ¡ aunque ya estaba tan lejos! . Miedo a la pobreza, al hambre al frío y a todos los males de este mundo.
Me sentía mareada y desorientada. Tu me sostenías por la cintura, creo que percibías todo lo que yo estaba sintiendo aun sin decir palabra porque me conocías muy bien.
En un de repente llego una Van azul y Rogelio se bajo, abrió la puerta del costado y comenzó a llamarnos diciendo que tuviéramos la lana pronta en la mano. Nos pusimos en la línea.
Otro tipo mas joven y bastante siniestro , con una pistola en el cinto, iba contando el dinero y haciendo que la gente se metiera en el van. Adelante nuestro descarto a una joven y a una señora mayor por tener menos dinero de lo que pedía.
- El cargamento esta completo y hoy no hay rebaja de precios- decía cínicamente.
La señora lloraba e imploraba que le aceptara sus $ 200 que sus hijos pagarían el resto en Los Angeles.
-Regresé otro día con los $ 300 que le faltan vieja chillona, yo no hago caridad ya se lo dije-
Y sin más el muy cabron le dio un aventón a la pobre señora que quedo tirada sobre el camino.
Llego nuestro turno, éramos los últimos en la línea y fue más fuerte que yo. No pude con mi desasosiego.
-Perdón Pedro pero no puedo, no podemos irnos, algo esta mal-
-Teresa me estas vacilando, no puedes hacer esto vámonos. Ya estamos aquí… sube por favor-
-No, que no subo, ya te dije. Vámonos de aquí-
Y así entre que subo y no subo el tal Rogelio me agarro del brazo dándome un sacudón a un costado arrojándome muy cerca de donde aun la anciana seguía tirada llorando.
-Chinga tu madre, pinche pendeja chillona- me grito y a ti te dio un jalón para adentro del van agarrándote la lana que tenías en la mano, cerró la puerta corrediza , y el ayudante que ya estaba en el volante arranco inmediatamente sin más ni más con las luces totalmente apagadas, sin poder ver ni siquiera como se alejaban por el maldito camino.
Los tiempos que siguieron a nuestra abrupta despedida en Tijuana , prefiero no recordarlos, es mas de alguna manera creo haber hecho una pared en mi memoria para no poder verlos.
¡Todo fue tan devastador !
La anciana que como yo fue expulsada del van, fue mi momentánea tabla de salvación. Ella tenía un cuartito en una remota colonia de Rosarito y de muy buena gana dejo que me quedara con ella hasta saber que haría.
La cosa no fue tan simple…yo me sentía muy mal, casi no comía , estaba muy deprimida y débil. Comencé  con unos dolores terribles en mi vientre esto paso una noche, y al otro día amanecí en un charco de sangre . Doña Aurora con su comadre me llevaron a saber cómo hasta la salita del centro.
Yo no recuerdo nada. Lo que sé es que tenía un gran dolor y cuando desperté estaba internada. Un médico me dijo que había estado embarazada y que lo había perdido… ¿ Te das cuenta Pedro? Lo único que tenia de ti, de los dos, ya no existía . Pensándolo ahora me digo que menos mal no lo supe antes porque mi ilusión así como mi aflicción hubieran sido mayores.
Aunque siempre caben los reproches y las culpas. Me hubiera cuidado mas, hubiera comido, hubiera…hubiera… hubiera… Pero no hubo. Solamente quedo el vacío y el silencio inmenso como la tierra que nos separa.
No sé cuánto tiempo paso ni que fui haciendo. Sé que el dinero que repartimos y que quedó en mi bolsa a la hora de separarnos fue vital para poder subsistir y de a poquito fui regresando al Sur.
Sin rumbo fijo,  fui levantando recomendaciones de pequeños lugares donde fui trabajando. De la Paz, cruce el Mar de Cortez a Mazatlán trabajando en hoteles, hice de todo, comencé haciendo camas, limpieza y cocina hasta terminar con los años de recepcionista en un Hotel turístico de Acapulco. Mi salario no era mucho pero me daba para vivir y mandar dinero a mi madre. Nunca perdí contacto con ella porque en definitiva siempre tuve la esperanza de que algún día te aparecieras por el pueblo y volviéramos a reencontrarnos. ¡Tantas veces soñé nuestro reencuentro! Tantas veces fui de noche sola a la playa con luna a recordar una y otra vez el poema que me dejaste… era como escuchar tu voz susurrándo en mi oído.
Todos los meses llamaba a mama a la tiendita del pueblo a una hora convenida para saber de ella y tantear si había alguna noticia tuya. Nadie sabía de ti.
En el jacal de la selva otras personas vivían, nadie de tu familia había regresado. Yo sabía que eras de Guerrero pero no tenia manera de rastrearte. Nada sabía de tus padres, hermanos o primos.
Llego un verano y con el varios turistas y convenciones, de comercio, de maquinaria agropecuaria, de inmobiliarias y de dentistas.
Todos los hoteles se llenaron rápidamente; ya no quedaba habitación libre en todo Acapulco. Así fue que llego Javier Santiago al hotel buscando por una reservación telefónica que había hecho hacia 15 días atrás.
Un señor dentista muy serio, de cabello canoso, alto, guapo quien imponía respeto.
Yo lo estaba atendiendo y su reserva no aparecía en las planillas de recepción.
Javier se impacientaba mientras subía el tono de su voz. Ese carácter explosivo que nunca pudo dominar bien. Termino exigiéndome que llamara al encargado del Hotel para quejarse por el mal servicio.
Los teléfonos no paraban de sonar y los huéspedes se amontonaban delante del mostrador para pedir cosas. Con mi compañera Susana no dábamos abasto para atender tanta demanda.
Javier termino gritándome de una manera muy fea, y nuestro jefe saliendo de la oficina del fondo para ver qué pasaba.
A mí se me hizo un nudo en la garganta y las lagrimas me comenzaron a brotar de los ojos poniéndome a llorar como mensa. No quería perder mi chamba por culpa de un cliente impaciente y mal educado.
Al ver mi angustia su actitud cambio inmediatamente, se disculpo y por suerte una cancelación de último momento que atendió Susana por teléfono fue la solución para poder hospedarlo y tranquilizar a Javier.
Sin más subió a la habitación sin perder tiempo.
Más tarde caminando de regreso a casa a unas cuadras del Hotel pase por un restaurant con mesitas en la calle. No había terminado de pasar cuando sentí que me llamaban: -señorita, señorita, disculpe-
Me di vuelta y allí estaba Javier, de pie junto a una mesita haciéndome señas con la mano para que me acercara hasta donde él estaba.
-Buenas noches señorita, disculpe lo de esta tarde… es que tanto viaje desde el D F me ha fastidiado y usted sabe sin encontrar hospedaje y en una fecha como la de ahorita-
Está bien señor…
- Javier Santiago, para servirla- me contesto alargando su mano para que se la estrechara con una sonrisa amable y picara.
Tanto distaba ese hombre tan galante del que hacia unas horas atrás había estado gritándome y haciéndome rabiar.
Me invito a sentarme con él para “compensarme por el mal momento pasado” -me dijo-
Yo no quería pero con sus modos lisonjeros y elegantes me convenció.
Su charla era amena, y pausada. Sus manos largas y finas. Diferente a cualquier otra persona que hubiera conocido antes. Sinceramente me impresiono y me sentí segura con él. Era, ¿como explicarlo? como estar con el papa que nunca tuve. Sus gestos y desenvoltura me impresionaron.
Con el tiempo me di cuenta que su personalidad era una mezcla de dominio y manipulación que disfruta ejercer sobre las personas que somete bajo la influencia de sus aparentes encantos.

Termine de darme cuenta hace poquito , cuando me confesó que nunca hizo la reserva en el Hotel, que armo aquel escándalo como medio para salirse con la suya…¡ y vaya si lo logro!
Esa misma manipulación mezcla de lisonja y protección , me llevo después de unos meses a encontrarme viviendo en la capital en este edificio B2 del multifamiliar Juárez.
Me da tantita pena decir que soy “la querida” de Javier pero es la mera verdad porque él tiene su familia en otra colonia y a mí me tiene de amante. La historia de siempre. Que se está divorciando, que su esposa está muy enferma, que entre ellos ya hace años no hay nada, “sin poder dejarla ahorita por que el médico le ha dado poco tiempo de vida“.
Si hasta a mi misma me suena hueca y melodramática la historia así como de fotonovela… Pero me es muy cómodo estar con Javier. El me da la seguridad y tranquilidad que nunca tuve. Aunque a veces me siento sucia y traidora de mi misma en relación a lo que fui, con respecto a mis sentimientos. Otras veces me siento resignada pensando que el destino de distancia entre Pedro y yo es irrevocable y lo hubiera conocido o no a Javier, nunca volveré a saber de Pedro, pues la vida nos puso en diferentes caminos sin retornos ni vuelta atrás.

Mi vida con Javier es apacible, vivo aquí en este apartamento con todas las comodidades que cualquier mujer quisiera tener.
El paga por todo, la comida, la ropa, los muebles. A cambio el es una visita de tres veces por semana. Con el juego a ser la “señora” y cuando el llega tengo listo alguno de sus platillos favoritos, mole dulce, chiles poblanos, o flautas de pollo entre otras cosas. Todo lo que se de la cocina lo aprendí el tiempo que viví en Mazatlán trabajando en la cocina de un Hotel.
No se puede quejar siempre esta atendido como un rey. No hay reclamos ni preguntas y siempre estoy arreglada esperándolo. Es una especie de contrato verbal el que existe entre nosotros. El acuerdo entre un hombre casado y la querida a la que mantiene.
Siempre se va de madrugada o cuanto mas, muy temprano por la mañana. Juego a creer todas las mentiras que me cuenta, aunque a veces no cuenta demasiado mas allá de los dientes y muelas de sus pacientes.
Creo que en cierto punto estamos a mano. Yo también lo engaño y sigo sus juegos. Mis escenas pasionales de tres veces por semana son una magistral puesta en escena, una ficción que él cree o al menos quiere creer. Mas sin embargo mi cariño es sincero, me agrada su compañía y su charla amena. Dejando el sexo y la diferencia de edad a un lado lo considero un buen amigo.
Ese buen amigo a quien el terremoto lo habrá agarrado durmiendo junto a su esposa , hijo de la chingada . A ella la engaña conmigo y a mi me engaña haciéndome pensar que esta con ella tan solo por lastima y que algún día se divorciara por que no se aman . Seguramente su esposa no conocerá mi nombre.
Javier menos sabe de ti, mucho menos tu nombre. Pedro… nunca le hable de ti, aunque yo te nombro cada día y a cada momento.

Nunca quiso que lo vaya a ver al consultorio dental donde trabaja. De tanto en tanto acepta que lo espere en un café a la vuelta de la esquina.
Contadas son las veces que me saco a comer unos tacos o caminar por el Zócalo. Creo teme encontrarse con algún conocido, tal vez con un paciente prefiriendo evitarlo.

A mama no la llamo tan frecuentemente como antes, si le sigo mandando su dinerito mensualmente como siempre que he podido lo he hecho. Le he mentido tantito, le he dicho que ahora trabajo en el DF en otro Hotel. Me da pena decirle que estoy con un hombre casado.
¿Y tu Pedro, te habrás casado? ¿ tendrás una esposa y unos hijos?
¿Que podría yo reclamarte?, ¿quien soy yo para decirte nada?, solo me permito … añorarte…
¿Te acordaras de mi alguna vez ? Pedro mi vida… Ojala supieras que nunca deje de amarte. Me ha hecho tan bien hablar contigo. Me siento tan tranquila ahorita.
Ya estoy cansada, me cuesta pensar…me cuesta respirar …solo quiero dormir. Todo ha dejado de dolerme. Ya no siento el cuerpo.
Algo allí afuera hace ruido, alguien me llama, alguien sabe que estoy aquí… aquí … aquí…contesto ¡ ! que extraño! con una voz que no escucho ni reconozco mía.
Señora tranquila que ya sale…Ya le vemos la cabeza, el cabello a ver… respire…1 2 3 … vamos fuerza… paciencia… ya sale…
En un Hospital de la ciudad de Caracas, Venezuela, nace el 23 de Septiembre de 1985 a las 8:15 de la noche, una niña de 3 kg 300 gramos. Esta niña, olvidara al nacer que su nombre anterior fue Teresa y que amo intensamente a un muchacho llamado Pedro.
A esa misma hora en la ciudad de México una patrulla de rescate remueve de entre los escombros de lo que fuera el edificio B2 del multifamiliar Juárez, el cuerpo de Teresa Ramírez. Su deceso se produjo escasos minutos antes de que sacaran el concreto que la cubría.
Teresa estuvo cuatro días enterrada bajo toneladas de escombros. Muchos voluntarios y vecinos ayudaron a remover cuerpos, los más afortunados aun con vida fueron llevados a hospitales que no daban abasto a la magnitud del acontecimiento.
El cuerpo de Teresa fue llevado al Estadio de béisbol del Seguro Social. Nadie fue a reconocer su cuerpo. Nadie la reclamo. Nadie supo nunca que su nombre era Teresa y que hasta el último suspiro de su vida amo a Pedro de quien tampoco nadie supo nada a partir de su viaje al Norte.
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domingo, 14 de noviembre de 2010

VACACIONES 2010

"Hasta algún lugar o reviento" era una frase que alguien dijo alguna vez en el campamento scout Bariloche 76'. Esta frase siempre me acompaño haciéndoseme muy propicia ahora. El día que no llegue a ningún lugar tal vez reviente..... El viaje empieza no el momento en que uno toma un transporte, si no en el momento en que a uno se le ocurre transportarse. Se va experimentando el viaje con la ráfaga de viento que te pega en la cara, con el sudor que te moja la frente, con el calor del camino, con el sol que te encandila, con la belleza que te sorprende, con la risa, la charla y la calidez de los que te acompañan, con el olor y el sabor de los lugares que vas visitando. El viaje continúa y se siguen descubriendo cosas nuevas cada vez que recordamos los paisajes, las experiencias y la gente que nos acompaño. Las fotos ayudan a refrescar las memorias El viaje termina cuando ya no recuerdas donde estuviste, que hiciste, quienes te acompañaron, donde un lugar es tan solo un lugar en un mapa lleno de polvo. Entonces continuemos viajando.....hasta algún lugar o revientooooooooooooooooooo. Sábado, Agosto 7 Cargamos el RV entre la noche del viernes y el sábado por la mañana. Comestibles, bebidas, abrigo, objetos personales... Siempre hay algo que se olvida pero te das cuenta cuando lo vas a buscar y no está. Siempre después, porque no antes? Salimos de casa alrededor de las 8 de la mañana. 210 E. Charla que te charla.... había tanto para charlar con casi un año sin verle la cara a Guille y Jorge. De a ratos, dejando la charla a un lado mirábamos por la ventana viendo como el paisaje se iba modificando. El desierto...es así...los Joshua trees, y la vegetación seca y crocante, achaparrada contra el suelo también seco, los colores de las montanas a lo lejos, Las planicies blancas de las salinas en donde hace millones de años atrás estuvo el mar. El aire caliente y ruidoso entrando impertinentemente por las ventanas. En el medio de la nada, como parte de un espejismo vislumbramos Las Vegas siendo alrededor de las dos de la tarde. Salimos del Freeway para pasar por el Strip y ver los hoteles. Mucho calor y mucha gente por la calle. En el stop de un semáforo vimos a un tipo vestido como de la guerra de las galaxias poniéndose casco y doble guante negro. Hicimos todo tipo de conjeturas pensando que tendría aire acondicionado dentro del traje para aguantar tanto calor. Aixa necesitaba mandar un e-mail muy importante por algo de su trabajo y su computadora no andaba bien, así que estuvimos parados un largo rato hasta que logro mandarlo luego de varios intentos. Seguimos rumbo al Nor – Este. Guille y Jorge se iba comunicando con Andrés por internet quien les dijo que camino adelante, ya en Arizona pasaríamos por el costado de cañones y paisajes erosionados. No se equivoco la vista se fue volviendo mas y mas interesante. Entrando en Utah la temperatura fue bajando. Llovía de a ratos pero a la vez salía el sol. Creando un arcoíris inmenso y perfecto que cruzaba el cielo, de lado a lado como un inmenso puente estelar. Solo faltaba ver a Dorothy, del mago de Oz caminar por arriba, claro que no estábamos en Kansas si no que en Utah. La panorámica se tornaba más suave y ondulada. Pueblitos, uno tras otro dedicados a la agricultura. Simples e iguales, las típicas cúpulas blancas de las iglesias mormonas dejaban verse por todos lados. Entrada la noche paramos en una gran gasolinera con muchos camiones estacionados. La gasolinera estaba muy iluminada y por los altoparlantes sonaba música de los años 80’. La música no cesó en toda la noche. Estábamos tan cansados que creo nadie se dio cuenta. Domingo, Agosto 8 Desayunamos y salimos tempranito, atravesando lo que faltaba de Utah, continuando por Idaho (el estado de la papa) paisajes muy similares a los del día anterior, armoniosos y tranquilos. Para después del mediodía ya estábamos en Wyoming camino al Gran Teton National Park. Subíamos en altura, para lo cual la vegetación iba cambiando radicalmente. Pinos pequeños bordeaban el camino. Un rio rocoso de aguas rápidas a nuestro costado izquierdo o derecho según diera vuelta el camino haciéndose ancho o angostito, cortándose y abriéndose en más de uno por tramos, pequeñas cataratas que formaban las rocas. La espuma blanca del agua y el caudal verde del rio. Estos paisajes hacían recordar a Jorge y Guille paisajes similares junto al rio Limay camino a Bariloche. Paredes montañosas a ambos lados, muchos RV's que iban y venían por el mismo camino. Nos llamaba la atención la cantidad de troncos de pinos pelados o caídos casi tantos como los pequeños pinitos verdes que iban creciendo a la par. Tal vez resultado de un gran incendio…. No sabíamos que pensar. Una vez entrados al Teton National Park, no demoramos mucho en llegar al camping. Guille y yo nos quedamos haciendo los pierogies en la cocina del RV, (había un hambre!!!!!) los demás salieron en plan de exploración rumbo a un lago que estaba atravesando un bosque a un paso del borde del camino. No demoro mucho en estar la comida lista, así que después de comer en la mesita del camping todos nos fuimos a pasar el resto de la tarde al lago. Guille y Jorge decían que el lugar les recordaba al lago Puelo en el sur Argentino. Como yo nunca estuve en el lago Puelo no lo pude comparar. El lago para sorpresa de todos no era tan frio como pensábamos por lo cual nos bañamos un poquito incluyendo los perros. Si bien el lago se veía gris, el agua era sumamente transparente, llena de piedras. El color del agua del lago creo que cambia según la hora del día, el color del cielo, y las sombras o luces de las montanas que se encuentran a su alrededor. Ejerciendo cierta proyección de color sobre las aguas. En una de esas montanas podía verse un glaciar con la nieve ocupando el hueco del pico. Había poca gente en la orilla pasando la tarde al igual que nosotros, también vimos algunos barquitos practicando ski acuático. Caminamos, descansamos, cerramos nuestros ojos apoyando la cabeza sobre los troncos de la playa Pedrosa (lindo colchón) escuchando el silencio, tratando de recuperarnos de tantas horas de viaje. Por la nochecita estaba que llovía y que no llovía. Felices de estar en el RV nos despreocupamos de pensar que por la noche llovió mucho. Lunes, 9 de Agosto del 2010

Dejamos el Gran Teton de mañanita, rumbo Norte a Yellowstone. No nos llevo mucho tiempo porque un parque está muy cerca del otro. Por el camino paramos en un lugar donde había mucha gente parada mirando "algo" bajamos, cruzamos la ruta dirigiéndonos a donde estaba la gente. Por lo bajo, corría un rio entre piedras y arbustos, allí, escondido entre la maleza había un reno que no se podía ver bien porque parecía querer esconderse de los curiosos turistas. De regreso al RV, Guille se resbaló y se rompió la rodilla en el camino. Jorge la lavo con agua y Jabón. Pasamos por el Visitor Center a averiguar qué lugares podíamos ver y como llegar. En el estacionamiento había un grupo de turistas franceses a la que una guarda parques les estaba dando una charla sobre castores y nutrias. La temperatura empezó a bajar y el cielo a nublarse. Seguimos camino y en un rato más llegamos a "Oldfaithful" donde se encuentra el Geyser más grande de todo el parque, haciendo una predecible erupción alrededor de cada 40 minutos con unos 5 minutos de duración. El estacionamiento era muuuuuuuuuy grande y estaba lleno de autos y una sección para RVS solamente. Demoramos buen rato en poder estacionar. Comenzó a llover pero la cantidad de autos y de gente en los alrededores no mermaba. Nos pusimos camperas, sombreros mas lo que pudimos agarrar para protegernos de la lluvia. Guille y Jorge se cubrieron con un mantel de plástico verde. Aixa, Nahuel y Achu se pusieron camperas, y yo me conseguí una bolsa de compras de Ikea, hecha de plástico grueso color azul royal que me cubría de la cabeza a la cintura. En realidad no sabíamos bien que íbamos a hacer ni que nos encontraríamos en aquel lugar. Caminamos un buen rato por entre los autos estacionados, buscando el lugar a donde teníamos que ir. El lugar estaba rodeado de edificios extensos que parecían ser grandes hoteles, gasolineras, correo, supermercado, pero con mucho espacio entre uno y otro. Se veian varios campos de estacionamiento ubicados por delante, atrás o a los costados de estos edificios que se veían como aislados. También había mucha gente que iba y venía apresurando el paso por la lluvia que parecía importunarnos a todos. Finalmente dimos con el sendero siguiendo la corriente y lo que la orientación nos iba dictando (donde va Vicente es donde va la gente) Una especie de rambla donde es visible el geyser cuando entra en actividad. El lugar era una gran explanada llena de gente con senderos de madera elevados a un pie del suelo. Desde lejos de veían las fumarolas de los diferentes Geysers que se encuentran en ese lugar distribuidos en diferentes puntos del parque. Seguía lloviendo bastante fuerte, pero la lluvia no nos detenía en avanzar por los senderos de madera para ver ese paisaje tan extraño de tierra, piedras y hoyos con agua hirviente saliéndole de las entrañas. La tierra parecía sangrar en colores amarillos mostaza y naranjas, vegetación escasa y esporádica por aquí y por allá, un rio que cruzaba el terreno, pedazos de troncos con minerales cristalizados metidos en alguno de los huecos con agua color turquesa, verde esmeralda, y agua hirviente como caldero de sopa. El olor continuo a huevo duro proveniente de los piletones en ebullición nos abría el apetito, que si bien no era muy agradable, no dejaba de darnos hambre, tal vez por la madrugada, el aire puro y la caminata Ya estando del lado opuesto por donde habíamos entrado, el Geyser entro en erupción a unos 300 pies de distancia desde donde nos encontrábamos. El efecto era como un chorro de vapor inmenso hacia el cielo, con sonido de olla a presión. El vapor elevándose de color blanco nube lo envolvía todo, como una gran pared de niebla. El efecto duro unos minutos hasta que se fue extinguiendo, quedando el vapor saliendo , ya bajito desde el suelo a no más de tres pies de altura Nunca se puede saber con certeza que mas hay por debajo o a los costados por que el vapor continuo no permite que uno vea en totalidad el lugar. La lluvia paro por un rato, lo cual nos permitió seguir avanzando por los senderos de madera, descubriendo a cada paso una nueva curiosidad, una maravilla distinta de la naturaleza. Los pozos de agua turquesa, amarillo, naranja, gris, y verdes continuaron, a lo largo del circuito. No había dos piletones iguales, unos tenían agua hirviendo, otros apenas burbujas que les salían, estimando que serian gases subterráneos que de esa manera salían a la superficie, otros agua en furiosa ebullición. Los tamaños también iban variando de ser pequeños agujeros a ser grandes extensiones de agua, donde tratábamos de ver el fondo avanzando por el sendero sin lograr ver el fondo por más transparente que el agua fuese. Cierta especie de túnel que se oscurecía y desaparecía en el fondo o por algún lado. Este lugar llamado Old Faithfull contiene la mayor concentración de Geysers y piletas de aguas termales existentes en el planeta. El paisaje es lo que uno imagina como lucia la tierra hace miles de años atrás. En cualquier momento imaginábamos ver aparecer por el horizonte un hombre pre-histórico con un palote en la mano o a un mammoth levantando la cabeza con sus grandes colmillos. El sendero resulto ser un circuito de casi dos horas de caminata. La última media hora nos llevo por un camino de ripio recto, donde nos castigo una intensa lluvia que no cesaba (a nosotros y miles de turistas mas). Decidimos caminar por el sendero a como diera lugar ya que no había lugar donde guarecerse. La temperatura había bajado bastante. Yo me puse la bolsa azul por encima del cuerpo y sin ver más que el piso camine lo más rápido que pude, guiándome por los pies del turista que caminaba adelante mío, con la vista fija al camino de piedritas grises (la bolsa que llevaba por encima no me dejaba ver otra cosa) Para que la bolsa no se me volara del cuerpo, me la iba sosteniendo como podía con las manos que ya me dolían por el frio. El agua se me metía por la manga de la campera hasta el codo y los pantalones los tenia empapados desde el muslo hasta la punta de los pies No veía nada ya que la bolsa me tapaba toda la visión del costado. Pare en un lugar para ver otro geyser que casualmente entraba en erupción en ese segundo. Este geyser tenía minerales solidificados alrededor creando como chimeneas en forma de pequeños volcanes. A esta altura ya había perdido de vista a toda la familia, cada uno se había ido por su lado a su propio ritmo para salvarse de la tormenta. Me re-encontré con Guillermina, con la cual regresamos a donde estaba estacionado el RV. Nos perdimos era tan inmenso el lugar y tantos los RV !!!! Todos parecían iguales, y no dábamos con el lugar. Con frio, con hambre, cansadas, y con bronca de habernos perdido, nos sentíamos tontas. Finalmente nos encontró Jorge que supuso lo que nos estaba pasando. Después supimos que no fuimos las únicas en perdernos, Aixa también se perdió y estuvo un buen rato para dar con el lugar. Nos cambiamos. Todos estábamos recontra mojados. En un ratito el Rv quedo lleno de perchas con pantalones, camperas y calcetines empapados y colgados de todo lugar posible donde se pudiera colgar algo. Hicimos una sopa de brócoli calentita que comimos con muchas ganas. Ya repuestos y sin lluvia seguimos camino a “The Grand Prismatic Spring” el pileton mas grande en USA y tercero en el mundo. Lo primero que vimos al llegar al estacionamiento fue un coyote sentado a un costado de la entrada mirando suplicante a los turistas, así como un mendigo rogando por un pedazo de pan. La gente se le acercaba para sacarle fotos y el muy tranquilo sin inmutarse seguía en el mismo lugar sin moverse. Para ver este geyser seguimos por un sendero que cruzaba un rio muy caudaloso y encajonado allí abajo, de los costados ascendentes salían vertientes de agua humeante sobre piedras tenidas de colores irreales en diferentes y varias direcciones que desembocaban en las ciertamente frías aguas del rio. El agua humeante venia de un pileton que intuíamos era grande porque a ciencia cierta el vapor del agua no nos lo dejaba ver en su totalidad. Solamente era visible un pedacito del borde color turquesa según lo moviera el aire poco más o poco menos. El vapor creaba una pared muy alta que de a ratos no nos dejaba ni vernos a una corta distancia aun estando sobre el sendero. Siguiendo por el mismo camino que en definitiva era un circuito redondo encontramos el llamado “Grand Prismatic Spring” que igual al anterior se hacía difícil por no decir imposible verlo en totalidad por el humeante vapor blanco que desprendía. Podíamos ver con claridad el borde de alucinantes colores naranjas y amarillos producto de los microorganismos que viven allí. Casi adivinando el color turquesa y azul cobalto que el lugar atesora en su centro. En realidad mirando las postales o los libros, que lo muestran desde una vista aérea, es donde nos dimos cuenta la magnitud esplendida de aquel mágico lugar. Habiendo dado una vuelta al circuito, regresamos una vez más, ya con las ultimas luces de la tarde. En la pared de vapor se proyectaba nuestra sombra creando una tenebrosa imagen que se alejaba o se acercaba según las corrientes del aire, reflejando nuestra silueta en las mismas. El juego de luces de los últimos rayos del día en el vapor, en el cielo, en el bosque divisándose en el horizonte creaba un paisaje y una sensación única difícil de describir o reproducir en cualquier otra circunstancia. La vuelta al RV park donde pasamos aquella noche fue muy larga y ya a oscuras. Apenas llegamos al lugar que nos correspondía nos bajamos, tan solo para ir al baño. La noche estaba helada y aun nos duraba la sensación de frio y lluvia que habíamos experimentado más temprano. Estábamos muy cansados y nos queríamos ir a dormir para salir tempranito, Martes, 10 de Agosto del 2010



Salimos de aquel camping atestado de RVS uno al lado del otro

Achu arranco sin darnos tiempo siquiera a despertarnos. Todos aun en la cama y durmiendo....

Paramos en el estacionamiento del Faithful geyser.

Nos reíamos de Guillermina que se sentía transportada como en una "ambulancia" ya que "te llevan dentro de la cama por todos lados".

Allí había un supermercado, así que Achu se encargo de comprar el pan y hacernos "french toasts" mientras todos nos vestíamos e íbamos al baño.

Una vez listos, tomamos un camino angosto de una mano que iba paralelo a un rio.

Llegamos a un balneario. Varios aprovecharon para ir al baño, o ir a tocar el rio donde nadaban algunos chicos. Allí justo el agua estaba muy fría así que decidimos no quedarnos. Después nos enteramos que allí cerquita (nunca supimos donde) el agua se juntaba con aguas termales, creando un "jacuzzi" natural.



Tomamos la ruta nuevamente, continuamente atravesábamos lugares donde veíamos fumarolas saliendo del terreno. Decidimos parar en una gran pradera, viendo búfalos a varias cuadras de donde estábamos, así como el vapor saliendo de la tierra.



Caminamos a campo abierto, observando los búfalos y patos con los

prismáticos. Luego seguimos un hilo de aguas termales que corrían irregularmente por el terreno teniéndolo de amarillos y naranjas. Guille y Achu metieron los pies en el agua, que estaba tan caliente que no se soportaba. En el barro podían verse las huellas de las patas de los búfalos.

Seguimos la ruta de los hilos de agua que continuaba del otro lado de la carretera, para ver la procedencia de la misma. Un gran estanque de agua turquesa hirviente, y mas allá otro y mas allá otro mas... Todo seguía sorprendiéndonos a cada paso.



Jennifer y el Búfalo

Otra vez en la ruta.... Nos para el tráfico y camionetas de los guarda parques.

Vemos autos estacionados al costado de la carretera. Descubrimos búfalos nuevamente, esta vez no en la distancia si no al costado del camino o en el camino mismo cientos de ellos ocupan toda la pradera.

Paramos para verlos. Están en su época de apareamiento.

Ellos... con sus cabezas inmensas, saliéndoles la baba de sus bocotas, y ese pelo sucio de tierra a consecuencia de las revolcadas en el barro y su propia bosta. Las moscas y los sancudos revoloteándoles alrededor.

Ellos, susurrantes detrás de las hembras que aunque más pequeñas, tienen ese mismo aspecto desprolijo y sucio. Muy tranquilas ellas pastando y ellos con fieros gruñidos a su costado.



Pensábamos que el búfalo macho, le susurraría a ella, la búfala Jennifer

cositas dulces al oído, así como "que guapa que estas hoy, mi cielo, con esa babita cayéndosete del hocico" o "que bien que hueles hoy mi vida con ese olor a huevo duro de geyser recién erupcionado, no quieres ir a dar una vuelta al costado de un pileton de barro para que las moscas se nos espanten?"



Siguiendo al Norte, pasamos el pueblito de Mammoth con sus casas originales de entre 1890 a 1913.

Guille decía que le hacía acordar a la película "Trumman Show" porque todo parecía perfecto (yo no la vi, ahora tengo la curiosidad de verla)

Fuimos al Visitor Center que se encontraba en uno de los edificios originales, de dos plantas perfectamente restaurado, funcionando para dar información al visitante así como habilitado con varias exhibiciones de objetos históricos y animales embalsamados.

Allí nos dijeron que avanzando unas pocas millas por la misma carretera

encontraríamos un rio con aguas termales.

Así lo hicimos encontrando un rio paralelo a la carretera con un lugar donde veíamos había mucha gente. Dejamos el RV (Achu quería que me quedara a hacer burritos) a un costado del camino y caminamos lo andado como una milla hacia atrás.

Era un camino paralelo al rio Yellowstone, caudaloso pero no profundo con muchas piedras y agua cristalina. Caminando dimos con la entrada de donde se encontraba la gente dentro del rio.

Cauces de agua caliente caían del margen

izquierdo provenientes de vertientes hirvientes que salían de la tierra

mezclándose con las tempestivas aguas del rio.

El rio, naturalmente frio y el agua extremadamente caliente hacían una

combinación perfecta. Una sensación tipo “paraíso terrenal” nunca antes experimentada.

De a ratos nos casi quemábamos con el agua que venía de un lado, pero

inmediatamente moviéndonos más hacia la correntada, el agua se tornaba tibia y hasta fría. Sentados en las rocas, el agua nos llegaba al cuello y teníamos que hacer un esfuerzo físico para que el caudal no nos llevase ya que si bien no había profundidad, la velocidad del agua era muy fuerte.



El resto de la gente que allí se encontraba hacia lo mismo que nosotros, en apariencia "nada" pero en el fondo luchando por permanecer sentados en la misma roca, tratando de que la correntada no los llevara.

Salir estuvo difícil. Había que hacerlo por el mismo lugar por donde habíamos entrado (las otras márgenes eran imposibles, no te podías ni acercar por la alta temperatura del agua).

La gente, sentada en las rocas, apenas se movía para dejarte pasar y te daba miedo el caerte y golpearte contra las piedras con el agua empujándote por todos lados.



Saliendo de allí regresamos a Mammoth, el pueblito, donde estacionamos el RV al borde de un parque, con un antiguo barrio residencial a nuestras espaldas.

Mientras Achu hacia los burritos fuimos a caminar por este lugar agradable y solitario.

En el parque había ciertas vallas que enmarcaban "huecos" que estaban en el suelo, yo diría derrumbes creados por el mismo tipo de terreno volcánico. Lo que te daba

a pensar que el terreno se puede hundir en cualquier lado o en cualquier momento.

Al caminar por las viviendas una al lado de la otra y todas de igual fachada nos cuestionábamos donde estarían sus habitantes, ya que no veíamos a nadie, con excepción de un par de casas donde se veían signos de que alguien las habitaba. Pensamos que los que Vivian allí eran empleados temporales del gobierno, como guarda parques, bomberos y militares. No olvidemos que ese agradable lugar en verano ha de volverse un lugar casi inhabitable por lo gélido en el invierno.

También había muchos excrementos de animales grandes por los diferentes jardines y parques (al otro día vimos a quien pertenecían)

Después de comer ya casi con los últimos rayos de luz, nos fuimos al otro lado del pueblito de donde veíamos salir las típicas fumarolas de los geysers.

Allí nos encontramos con el” Mammoth Hot Spring,” otro gran circuito para recorrer en varias horas. Vimos lo que se podía ver en un ratito, lo cual, para no ser excepción, nos maravillo por que ciertamente eran paisajes poco habituales. Formaciones extrañas por cortas secciones daban la sensación de estar frente a un set de escenografía al aire libre.

Formas en terrazas redondeadas, cubiertas de lo que parecía ser nieve (por lo blanco) pero en realidad eran minerales y sedimentaciones (travertine, una mezcla de calcio y bicarbonato). Lo blanco contrastaba con el marrón rojizo de otro tipo de sedimentación, con piletones de agua humeante, troncos de árboles secos parados por acá o por allá, en fin como todo nada dejaba de sorprendernos en aquel extraño territorio.

Saliendo de allí, algunos de fueron a bañar al hotel del pueblo, y nosotras

fuimos a recorrer el único almacén/ negocio del pueblo, muy lindo y agradable, donde una chica hispano parlante, empleada del lugar nos pregunto de donde éramos y charlamos un ratito.

Nos sorprendió el hecho de que las prendas que allí vendían, para ser un lugar muy turístico y en cierta manera medio pituco, eran muy accesibles.

Para pasar la noche no quisimos manejar gran cantidad de millas hasta el camping de la noche anterior así que vimos de quedarnos cerca de allí.

Lo cual fue imposible porque no había lugar.

Así que llegamos al primer pueblito llamado Livingston. Pegado a la entrada Norte del parque que estaba muy cerca de allí. Era algo tarde y las calles estaban desiertas.

Paramos el RV al costado de un puente para pasar allí la noche.



Miércoles 11 de Agosto del 2010



Achu arranco a las 6 de la mañana con todos durmiendo adentro (la ambulancia colectiva). Creo no encontraba el ticket de entrada al parque que debía de estar en su billetera. Luego de argumentar un rato, Aixa lo encontró. Llegamos a Mammoth para desayunar y de allí hacer la visita al Mammoth Hot Spring. Recorrimos el lugar como en tres horas. Era un circuito que iba subiendo por la montana tomando perspectivas de paisajes diferentes, formas, colores, aguas, vapores, piedras, emanaciones, piletones de aguas turquesas o naranjas, grises y blancos, precipicios con estalactitas y estalagmitas vegetación achaparrada con el fondo del azul turquesa del cielo y las montanas boscosas al fondo. Cada sector tomaba un paisaje y denominación diferente, así como si fuera una escenografía preparada de antemano, Canary Spring, Minerva Terrace, por nombrar alguno de a estos lugares. La naturaleza está viva y es muy caprichosa en este sector, nos explicaba una guardabosques. Estos cambios se producen en pocos años al revés de lo que uno está acostumbrado en términos generales de la geología que los cambios se dan en millones de años. Un buen día decide no emanar más agua aquí y lo que antes era un pileton, se convierte en piedra o barro seco, y donde antes no había nada, emana una nueva fumarola o un caudal de agua y el lugar se transforma en muy poco tiempo por completo. Así se veían formaciones misteriosas, que te hacían recordar a un pastel recargado de crema chantilly cayéndole generosamente por encima. Así como otros parecían paisajes propios de una película de ciencia ficción, sórdidos e intimidantes, entre los colores, las formas y los elementos. Al terminar de recorrer este lugar quisimos regresar a Livingston, el pueblito donde pasamos la noche anterior que estaba muy cerca de allí, pero al salir de Mammoth había gran revuelo debido a todas las familias de "elks" que habían decidido ir a tomar el sol en los jardines a la salida del pueblo, protegidos por los guardabosques que trataban de mantener distancia entre los animales y los turistas que sacaban fotos a diestra y siniestra. Así nos dimos cuenta de donde venia todo "el popo" que vimos el día anterior al lado de las residencias frente al parque. Este ha de ser el recorrido habitual de estos animales y los jardines del pueblo parte de su camino cotidiano como manada. Visitamos Livingston, histórico pueblito con pequeños negocios, cafeterías y hoteles. Todo muy simple y agradable. Nos sacamos fotos frente al arco de Roosevelt, arco de piedra construido en la entrada Norte al parque a principios de los 1900'. Nos llamaba la atención la cantidad de “rudos motociclistas” que había por todos lados (no perdí la oportunidad de fotografiarlo a Jorge con un par de ellos como fondo en este arco) Con sus motos ruidosas y aparatosas, llenos de tatuajes, ropa de cuero negro y tachas, botas y badanas al estilo de película “easy rider” con Peter Fonda. Después me entere que en esos días había una convención nacional de ellos en algún lugar cercano. Es por eso que vimos tantos. “Dios los cría y ellos se juntan”. Sobre la marcha y viendo que era posible quisimos hacer un tour de “rafting” sobre el rio Yellowstone. Siempre quisimos hacer un recorrido así como familia, pero por una razón u otra (precio, poco tiempo, temperatura o edad de los chicos) nunca tuvimos la oportunidad. Acá se dieron todas las condiciones para poder hacerlo. Nos dieron todo el equipo pertinente: casco, salvavidas, botas de goma, y campera. Nos llevaron en un bus escolar hasta la playa de despegue y después de una breve instrucción y repartir remos, entre todos pusimos la balsa en el rio y nos subimos. Andrew, el instructor, nos daba la vos de “go forward” o “stop”. Indicándonos que hacer en cada caso según la velocidad que tomase la balsa, condiciones de la correntada o las piedras que se venían al frente. Fue muy divertido, nos mojamos, nos reímos, vimos águilas, y sus nidos, mientras Andrew nos contaba la historia del lugar y todo lo que íbamos viendo así como una u otra leyenda del lugar. Pasamos por partes del rio donde emanaba agua caliente de los costados, así como las aguas termales del rio donde habíamos estado el día anterior. En otro momento nos dijo que si queríamos tirarnos al rio lo podíamos hacer. Yo fui la única que se quedo arriba, y no me arrepentí, parece que el agua estaba bastante fría. El paseo duro más de dos horas recorriendo como 8 millas por el rio. Al final nos esperaba el mismo bus escolar que nos llevo de vuelta al mismo lugar de donde habíamos partido. Teníamos que comenzar nuestro retorno al sur. Era la hora de la cena y paramos al lado de un rio con un puentecito, mesa y bancos. Parecía una típica imagen de calendario, apacible y placentera. La tarde estaba sumamente agradable. Achu cocino unos tallarines, tan buenos que no quedo nada. Manejamos parando ya con los últimos rayos de luz para ver la panorámica de una espectacular catarata. Ya entrada la noche, por la ruta contamos historias misteriosas y fantásticas, así como anécdotas familiares. Llegamos a pasar la noche al populoso RV park. Jueves, 12 de Agosto del 2010



Desayunamos en el mismo lugar. Luego mientras Aixa descargaba las aguas negras del RV dimos una pequeña caminata a la marina del lago que estaba a pasos de allí.

Muchas embarcaciones pequeñas propias de lago estaban amarradas en los muelles. En una lancha subían turistas para dar la vuelta al lago.

Era hora de ver la prometida catarata… así que retomamos la carretera hasta llegar al lugar donde el recorrido nos llevaba a verla desde diferentes puntos. Un circuito de unas dos millas por el bosque bordeando el cañón por donde pasaba el rio encajonado a varios pies bajo el precipicio de piedra abrupta. Nos permitía ver la catarata desde diferentes puntos,

de mas arriba, con vapor, de más lejos, de costado, etc.

La panorámica se iba transformando a medida que caminábamos por el sendero. El paisaje se tornaba sonado, salido de un cuadro de sala de espera de un consultorio médico. Esos paisajes que son demasiado perfectos para pensar que son reales.

Pero este lo era, aunque fuera por ese momento.

En un momento veíamos la catarata al fondo de color blanco espumoso, aunque resaltaba el verde en ciertas partes, con una estela fulgurante de vapor que se levantaba a un costado, las paredes de piedra gris de la montana, el rio encañonado que corría por allí abajo, bosques de pino, con el aroma de la resina fresca y los precipicios de roca que te creaban el típico vértigo en el estomago y las piernas cuando lo sentíamos muy cerca. La caminata llevo más de una hora. Los prismáticos nos ayudaban a poder apreciar los detalles del lugar con más nitidez.

Saliendo de allí seguimos parando en todos los lugares posibles del camino para mirar más geysers. Esta vez vimos mas geysers de barro.

Lodo blanco o marrón que daban la sensación de guisados de brujas, con esas burbujotas saliendo desde adentro, salpicando en todas direcciones. Otro sendero nos llevo a una cueva con una entrada de piedra grande todo oscuro en su interior. Un rugido muy fuerte salía de las entrañas

de la cueva, despidiendo a cada momento una fumarola con un olor pestilente. La cueva llamada algo en relación al diablo (no me acuerdo) era

totalmente siniestra y no me parece raro el pensar que en otros siglos los

nativos del lugar pudieran pensar que el mismísimo diablo, vociferante y enojado estuviera escondido en los confines de aquella cueva.

Cruzando la ruta había otro par de piletones inmensos con mas barro humeante, uno de los cuales al ser verde me hacia recordar a una gran olla de sopa de arvejas.

Termino nuestro recorrido en el lago Yellowstone. Este lago tiene la peculiaridad de estar ubicado a más altura sobre el nivel del mar que cualquier otro en los Estados Unidos.

Pegadito al lago vimos grandes piletones de gran profundidad con aguas verde turquesa o esmeralda como el Morning Glory Hot Spring.

Sobre y dentro del lago geysers en aparente actividad.

Más adentro, sobre tierra firme más geysers y piletones tanto de aguas cristalinas como de lodo en ebullición.

De allí fueron horas y horas de manejar.

Por la tarde paramos en Jackson, un pueblito sumamente agradable con una cara preparada para el turismo tanto de verano como de invierno ya que en sus alrededores estaba lleno de Ski resorts. Muchas galerías de arte, negocios de regalos y ropa de buen gusto, restaurantes y cafés. Allí pudimos observar a “la gente americana” que muchas veces uno se pregunta: donde esta? Ya que son tantas las etnias y mezclas que es difícil encontrar al típico americano rubio en cantidad y en este lugar estaban “todos juntitos”.

Cerraron la intersección de lo que sería la calle central del pueblo para dar un mini espectáculo de “cowboy malos e indios buenos”

Luego de pasar un par de horas aquí, reiniciamos el camino de la ruta, parando ya tarde en una zona de descanso para hacer la cena, comer y descansar, un rato.

Aixa siguió manejando por casi dos horas más. Y nosotros dándole charla para distraerla.

Pasamos la noche ya en el estado de Utah en un RV Park que dado lo avanzado de la noche no había nadie en la oficina para atendernos, así que llegamos ya listos para irnos a dormir.



Viernes, Agosto 13 del 2010

“Los Santos de los últimos días”

Pudimos bañarnos bien, y desayunar nos esperaban muchas millas hasta el Bryce Canyon.

Nuestro primer destino era Salt Lake City capital del estado de Utah.

Durante el trayecto Guille me hablo de mama y sus difíciles últimos años de vida.

A Salt Lake llegamos casi a ½ día. Una ciudad muy limpia, organizada, pequeña, con un aire de casi “santísima perfección” influencia a caso del profeta Joseph Smith?

No podíamos estar en Salt Lake sin dejar de visitar el “Vaticano Mormón”

Achu con Nahuel nos esperaron afuera por qué no había donde estacionar el mamotreto del RV.

Si afuera todo era perfecto adentro lo era aun más, a un punto de incomodidad.

Jardines muy bonitos con estatuas y fuentes circundaban los edificios.

No se podía visitar el templo principal, ya que este está reservado para los mormones únicamente.

Dos chicas muy amables se nos acercaron para introducirnos a su “maravilloso mundo mormón”. Tratamos de escabullirnos como pudimos, al cabo todo era simplemente curiosidad.

Visitamos el “museo mormón” Tan perfecto y organizado, que no nos decepciono. Explicaba la historia e inicio de los mormones del siglo XIX con lujos de detalles, pantallas a todo color, mobiliarios, maquetas, cuadros, y artículos de uso cotidiano de aquel siglo ilustraban con lujo de detalles el inicio de sus creencias, así como también el paraíso eterno y plastificado que depara a los mormones cuando partan de este planeta.

Por suerte Achu nos esperaba afuera para seguir camino.

Achu manejo, manejo y manejo. Yo creo que estaba muy cansado, por lo que cometió un par de errores en la ruta que terminaron con una “llamada de atención “del sheriff que nos paro a un costado, sin ninguna consecuencia.

Ya eran pasadas las 5 de la tarde cuando llegamos. Lo primero fue encontrar el camping donde pasar la noche. Lo cual fue fácil, con la conveniencia de que estábamos sumamente cerca de “Sunset View Point” Desde el camping, caminando, cruzando la ruta y un poquito de bosque llegábamos al borde de una panorámica increíble.

Roca de color anaranjado, erosionada por millones de años de lluvia, hielo, vientos, ríos, creaba este canyon encantado donde descubríamos formas, de Vírgenes, animales colosales, duendes, etc., etc. Así como un cielo lleno de nubes con voluptuosas formas que cambiaban a cada momento. La diferencia es que en la roca las formas permanecen, lo que las cambia es la luz según la hora del día. El juego de luces y sombras juega un papel definitivo en las figuras que se van descubriendo.

Recorrimos un poquito del lugar, encontrando senderos por donde poder bajar, decidiendo dejar esos senderos para la próxima mañana debido a que serian varias horas de caminata. No nos daban los ojos ni nos ganaba el cansancio para seguir en aquel mágico lugar hasta aprovechar la última gota de luz del sol que caía en la última piedra color calabaza.

Regresamos al campamento, preparamos burritos asados en el fuego así como marshmallows de postre. La noche estaba fantástica, y el cielo era un mapa de estrellas brillantes.

A cada rato alguien asombrado cantaba una estrella fugaz que atravesaba el cielo con un “la viste ?”

Como la noche no estaba demasiado fría, agarramos nuestras linternas y volvimos caminando hasta el borde de la panorámica del Sunset View Point y aunque no veíamos el paisaje de las rocas fuimos a contemplar el show del cielo abierto, continuando con todas las estrellas fugaces que se dejaban ver por doquier en aquel planetario natural.



Sábado. Agosto 14 del 2010

“Castillos y estatuas de piedra” Aquella mañana nos preparamos para una larga caminata entre las formaciones. Poniendo bastante agua en las mochilas Desde tempranito nos llamo la atención la cantidad de turistas extranjeros que había en el parque, particularmente franceses, italianos algún que otro español. Sin dejar a un lado los ya famosos orientales con sus inseparables cámaras de sacar fotos. El descenso por el cañón fue abrupto, un sendero muy angosto descendiendo en zig zag por un camino en continua sombra. El polvo naranja, que se torna blanquecino y muy fino al contacto con los zapatos. Una oleada continua de gente que sube y baja por el sendero. El eco de las voces dada la acústica natural del lugar crea una especie de anfiteatro natural. Las altas columnas de roca naranja que te van circundando a derecha o a izquierda, contrastan con el azul turquesa del cielo que ves solamente cuando tiras tu cabeza bien atrás, allí por un pequeño espacio que queda entre las paredes de la roca que te rodean. Así como una ciudad de edificios inmensos donde apenas hay un huequito para ver el cielo entre el paralelo creado por las torres. No podía evitar el sentirme en un lugar del medio oriente. Tal vez Jordania. No porque haya estado nunca allí, pero si recordaba la película de Indiana Jones en el templo de Doom. Era fácil poder imaginar al nativo americano camuflajeado en algún rincón de una alta piedra, con su piel pintada de zanahoria, así como la mismísima tierra, entre la luz y la sombra mágica de aquel lugar misterioso. No dejaba de dar el último toque “fantástico” los arboles “Douglas Firs” creciendo en el medio de las literales paredes de columnas de los estrechos senderos, con sus troncos marrón-naranjas, delgados y altos. Altos hasta alcanzar el tope de las columnas jugando con el verde oscuro de sus copas, creando lunares entre lo anaranjado de las piedras. Allí en el sendero, continuábamos descubriendo a cada momento formas esculpidas magistralmente por la madre naturaleza. De lo encerrado de aquel cañón salimos a un espacio más abierto, en busca de un supuesto rio. Alguien nos dijo que el cauce del rio estaba seco en esa época del año, por lo que retornamos por el “Queen Garden” Ya esta vez regresando y ascendiendo por un camino más abierto. El camino seco y agreste agitaba nuestra respiración y nos secaba la garganta, estábamos felices por el agua que llevábamos en las mochilas. Por este camino, observábamos que muchas de las rocas estaban erosionadas creando orificios entre una y otra haciendo un efecto de ventana que dejaba ver otras formaciones posteriores y paralelas. Estos son también llamados “puentes naturales” que en muchos casos causan ilusiones ópticas por qué no se sabe bien que está apoyado arriba de que, o que esta adelante y que es lo que esta atrás. Todo eso dependiendo de la hora del día, las luces y las sombras. También era frecuente ver un cambio en los colores de las rocas. Estas rocas están creadas por la acumulación de sedimentos según las eras. Al ver una línea de otro color entre las rocas podíamos pensar que tal vez esa línea fue un bosque en algún tiempo remoto quedando una raya de color como recuerdo. Otra de las cosas que te vienen a la mente en este lugar es la imagen de cuando uno es chico y hace castillos de arena en la playa, dando el toque final con los dedos y la arena saturada de agua chorreando sobre las cúspides de aquellos imaginarios castillos. Muchas de estas rocas en el transcurso de no mucho tiempo caen y cambian la fisonomía. El agua al meterse entre la roca y al congelarse y expandirse en el invierno crean grietas que parten la piedra. Diría yo que es un paisaje con movimiento y en actividad. “Un paisaje viviente”. Saliendo de allí, regresamos un ratio al campamento, pero patitas pa' que te quiero, al descubrir que había un bus que te llevaba a los diferentes puntos del parque, lo tomamos comenzando por el Visitor Center que te da una idea general del lugar (museo, cine, con explicación de flora y fauna) La próxima parada del bus fue “Bryce Point”, desde donde regresamos en una caminata que nos llevo tres horas, pasando por el Inspiration Point siguiendo un sendero paralelo a la panorámica, partes por bosque, partes cerca de la formaciones, observando águilas, halcones, ardillas y lagartijas. Domingo, Agosto 15 del 2010. “El retorno” Salimos lo más temprano posible rumbo a Zion National Park, otro parque Nacional no muy lejos de allí en relación a lo grande y distante que es todo. Zion está formado por literales y gigantescas paredes de roca que son únicamente apreciadas de abajo hacia arriba. La roca tiene una textura como que si alguien hubiera esculpido “cuadritos” sobre la misma así como una horma de rabioles, o renglones de libros de contabilidad antiguos. La temperatura cambio radicalmente retornando un calor seco y aletargador. El camino estaba en construcción así que debimos esperar en diferentes momentos varios minutos con los motores apagados nuestro turno de pasar entre la hilera de vehículos que como todos, esperábamos nuestro turno de una mano u otra del camino (Solo había una vía posible, siendo el guarda parque el responsable de dar los turnos de pase) Las paredes de roca gris nos circundaban teniendo que mirar muy arriba para poder ver el tope de las montanas. Nos toco pasar por un inmenso túnel a través de la montana. Aproximadamente 3 millas de oscuridad absoluta así como una mina en las entrañas de la tierra. Cada tanto una ventana natural en la pared, dejaba entrar la luz y ver más paredes rocosas en el exterior con un sol encandilador. Descendiendo, llegamos a un área de picnic muy grande donde encontramos lugar para comer con un rio a una cuadra donde todos se fueron a refrescar por que el calor no perdonaba a nadie. Después de comer dimos la vuelta al parque en un bus que lo recorría dando la guía de cada lugar con los nombres de las montanas, los ríos, distancias, actividades, etc. No paramos a recorrer ningún punto por qué no teníamos tiempo, teníamos que seguir camino a casa ese mismo día, además la alta temperatura no daba oportunidad ni ganas de poder caminar mucho. Aixa, Nahuel y los perros se quedaron esperando en el rio así que cuando regresamos de la vuelta por el parque en el bus, nos tiramos otro ratito al rio para continuar luego el retorno vía Las Vegas. El aire que entraba por las ventanillas era muy caliente y seco. Nos llevo más de 3 horas llegar a Las Vegas. Emergida en la nada del desierto, Las Vegas, con sus calles como ríos de gente, luces, pantallas gigantes, magníficos hoteles, ilusión falsa y la temperatura que a pesar de lo avanzado de la tarde seguía sin perdonar. Dejamos a Jorge y Guille registrados en el hotel, luego de ver la habitación y de que Nahuel se tirara a la pileta. Queríamos estar seguros de que todo estuviera bien. A nosotros aun nos faltaban como 6 horas para llegar a LA. Llegamos bien aunque cansados. Aquí valen los dichos;” quien me quita lo bailado” o “sarna con gusto no pica” Hasta una próxima vez que diga: “ hasta algún lugar o reviento”.